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La Presa y la Lobuna
Fecha: 05/12/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Birkin1990, Fuente: TodoRelatos
... lo giraron bruscamente, enfrentándola. El agua chorreaba por su cuerpo ahora expuesto, vulnerable. Milha lo miró de arriba abajo, y su sonrisa fue lenta, hambrienta. —Hay una última cosa que limpiar… Su mano se cerró alrededor de su miembro, aún flácido por el miedo. —M-Milha… —tartamudeó. —Shhh. Las bestias no hablan —susurró, inclinándose hasta que su aliento caliente quemó su oreja—. Solo obedecen. Milha no tenía prisa. Sabía que Enrik estaba débil, asustado, incapaz de responder como un hombre sano… pero eso no la detendría. Su garra—afilada pero controlada— descendió por su espalda, deteniéndose justo en la base de su columna. Enrik tensó los músculos, conteniendo el aliento. —Relájate…— ordenó, mientras su otro brazo lo envolvió, atrayéndolo contra su pecho. Enrik, exhausto y abrumado por el calor del agua, la cercanía de su piel y el aroma salvaje que emanaba de ella, no pudo resistirse. Hundió el rostro entre sus senos, respirando temblorosamente. Era demasiado—el contraste entre el peligro de sus garras y la suavidad de su cuerpo lo mareaba. Milha sonrió, satisfecha. —Bien hecho —murmuró, mientras su dedo, ahora untado en una mezcla de grasa y hierbas calmantes, comenzó a trazar círculos ahí. Enrik gimió contra su piel, pero no se apartó. —T-tengo miedo…— admitió, su voz ahogada entre sus curvas. Ella gruñó, una vibración profunda que resonó en su propio pecho. —Lo sé. Pero el miedo no te matará… —su dedo presionó, apenas ...
... entrando—. Enrik se estremeció, aferrándose a ella con desesperacion, el cuerpo de Enrik se tensó como un arco, un gemido ahogado escapando de sus labios mientras el placer lo arrasaba—inesperado, abrumador, vergonzoso en su intensidad. El líquido cálido manchó el vientre de Milha, brillando contra su piel dorada a la luz del fuego. Ella no se inmutó. Solo observó, con esos ojos de depredadora, cómo el pobre humano se derrumbaba contra ella, exhausto, tembloroso, vulnerable. —Patético…— susurró, pero su voz carecía de crueldad. En cambio, había algo casi… protector en su tono. Con un movimiento fluido, lo levantó como si fuera un fardo de pieles y lo depositó en el lecho, envolviéndolo en gruesas mantas de lobo. Enrik apenas podía mantener los ojos abiertos, el peso de los años de sufrimiento y el éxtasis repentino aplastándolo como una losa. Milha se despojó de su ropa con indiferencia animal, revelando el mapa de cicatrices y músculos tensos que eran su cuerpo. La luz danzante de las velas acariciaba las curvas poderosas de sus caderas, el vientre plano marcado por viejas batallas, los senos pesados que colgaban con una sensualidad indómita. Se acomodó junto a él, no como una amante, sino como una dueña reclamando su espacio. Su brazo se enroscó alrededor del torso flaco de Enrik, arrastrándolo contra su calor. —Duerme, pequeño humano —murmuró, enterrando el rostro en su cuello recién limpiado, inhalando profundamente su nuevo aroma—. Mañana te enseñaré lo ...