🔥 Sudor, Hormonas... y Marcos (11) - Relatos Eróticos

🔥 Sudor, Hormonas... y Marcos (11)

... cara y me obligó a lamerle el capullo.

—Eso, limpia bien, guarra —me dijo, frotándomelo en los labios—. Quiero que me dejes el capullo brillante.

Yo lo lamí obediente, con la lengua fuera, gimiendo bajo, aún temblando.

—Joder, colega... —dijo Samuel, con la voz rota—. Es un puto maricón.

—Y aún falta el moreno —añadió Raúl, señalándole con la barbilla—. A ver si tiene los huevos de hacer lo mismo.

El moreno sonrió de medio lado, mirándome con calma.

—¿Seguro que puede con otro? —preguntó, desabrochándose despacio el pantalón.

Raúl se carcajeó.

—Esta maricona puede con lo que le echen. Dale lo tuyo, tío.

El rubio todavía me tenía agarrado del pelo, restregándome la polla por la cara, cuando sentí una mano fuerte en la nuca: Raúl me empujó de golpe, y su rabo volvió a rozarme la boca.

—Venga, zorra, abre más —me gruñó—. Quiero verte tragando pollas de dos en dos.

El moreno se había acercado ya del todo. Se bajo el pantalón sin prisa, dejando caer un rabo largo, grueso, con el capullo oscuro y brillante. Lo agitó un par de veces, como para que todos lo vieran, y sin más meó directo en mi cara.

El chorro me dio en la mejilla, bajando hasta la boca abierta, caliente, fuerte. Tosí, intentando tragar, mientras las gotas me escurrían por la barba y el cuello. El moreno se rió y, como si nada, se sacó el móvil del bolsillo con la otra mano.

—Esto hay que grabarlo, tío... —dijo, apuntando la cámara hacia mi cara empapada—. Mirad qué ...

... cerda.

Samuel abrió los ojos como platos.

—No me jodas, ¿encima lo graba?

—Déjale, tío —rió Javi, con la voz entrecortada—. ¡Marcos, mira a la cámara!

Yo temblaba, con la boca llena de ese sabor amargo, y aun así levanté la mirada, viendo el brillo rojo de la cámara grabándome. El moreno me sujetó la barbilla con fuerza y me metió la punta dentro.

—Eso, abre, puta —me dijo en voz baja, solo para mí—. Quiero verte engulléndome.

El rubio me golpeó la otra mejilla con su polla dura, reclamando atención.

—No te olvides de mí, traga-pollas —se burló—. Quiero que compartas la puta boca maricona.

Raúl me empujó la cabeza hacia adelante, obligándome a girar la boca entre los dos rabos. El rabo del rubio rozándome la lengua, el capullo moreno entrando más hondo, mis labios intentando cubrirlos a la vez mientras los dos me usaban.

El sabor mezclado de sus meadas y mi propia saliva me hacía babear sin control, chorros cayéndome por la barbilla hasta el suelo. Tosía, ahogado, pero no paraba.

—Míralo, colega, ¡se la está chupando a los dos! —gritó Samuel—. Es que no me lo puedo creer.

—JAJA, ¿y tú pensabas que esta zorra no podía? —saltó Raúl—. Si es un pozo sin fondo.

El moreno seguía grabando con una mano mientras con la otra me empujaba más su polla. El rubio me obligaba a lamerle el capullo, escupiéndome encima para que resbalara.

—Eso, sí... que me limpies bien, guarra —gruñó el rubio—. Quiero ver cómo tragas hasta que te atragantes.

El moreno echó la ...