El jefe de mi marido me visita en mi casa - Relatos Eróticos

El jefe de mi marido me visita en mi casa

Carlos llegó a mi casa después de las 11 de la noche, asegurándose de que su carro estuviera estacionado a la vuelta de la esquina para no levantar sospechas. Lo invité a pasar rápidamente, para no levantar alguna sospecha. Entró y de inmediato nos abrazamos y besamos en la sala, nuestras lenguas entrelazándose muy rico. Y sinceramente la tensión sexual era palpable.

Carlos: Ay, nena, como me encantas mi amor.

Yo: Y tu a mi Carlos, te he deseado mucho. Ven, siéntate aquí y relájate.

Carlos sacó una bolsa de su mochila y me la entregó con una sonrisa pícara.

Carlos: Te traje algo especial, nena. Ábrela y verás, también traje algunas cervezas para que disfrutemos amor.

Abrí la bolsa y encontré un conjunto de mallas completas y unas zapatillas de pole dance.

Yo: ¡Carlos! Me encantan mi amor, muchas gracias por el obsequio.

Carlos: Quería que te sintieras especial mami. Póntelo y muéstrame cómo te queda.

Nos sentamos en el sillón, y mientras nos besábamos apasionadamente, nuestras manos comenzaron a explorar cada rincón de nuestros cuerpos. Mis dedos se deslizaron bajo su camisa, sintiendo la firmeza de su pecho y los músculos de su abdomen. Carlos, por su parte, acariciaba mis pechos por encima de la blusa, provocando que mis pezones se endurecieran bajo su toque.

Carlos: Mmm, tu piel es tan suave, mami. Me encanta cómo te sientes.

Yo: Y a mí me encanta cómo me tocas, papi.

Abrimos las cervezas que Carlos había traído y brindamos por nosotros, ...

... pero el deseo era tan intenso que apenas pudimos tomar un sorbo antes de volver a besarnos. La excitación nos consumía. Carlos dejó su cerveza en la mesa y me atrajo hacia él, sus manos apretando mis nalgas mientras me besaba con urgencia. Mis manos se enredaron en su cabello, tirando suavemente mientras nuestros cuerpos se presionaban el uno contra el otro.

Yo: Ay papi, me vuelves loca. No puedo esperar más.

Carlos: Yo tampoco, mi amor. Quiero sentirte, tocarte, saborearte entera para mi.

Ya habíamos tomamos mucho, y yo ya me sentía peda y cachonda, lo que solo aumentaba mi deseo sexual y mi atrevimiento. Mis manos bajaron a su cinturón, desabrochándolo con urgencia mientras Carlos levantaba mi blusa, exponiendo mis pechos. Sus labios encontraron mis pezones, chupándolos y mordiéndolos suavemente, enviando oleadas de placer a través de mi cuerpo.

Yo: Me vuelves loca. No pares, por favor. Quiero sentirte dentro de mí.

Carlos: Paciencia, cariño. Primero, quiero saborearte entera.

Me dirigí a mi habitación y me puse el traje de mallas y las zapatillas que Carlos me había traído y un poco de perfume. Al bajar por las escaleras, el sonido de mis tacones resonaba el piso. Puse un poco de música en la tv de la sala y comencé a moverme sensualmente frente a Carlos, sintiéndome como una teibolera. Carlos me miraba con deseo y con ganas de cogerme.

Carlos: Estás increíble. Ven aquí, mi amor.

Me acerqué a él y me arrodillé, desabrochando su cinturón y bajando sus ...