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Mi esposa y nuestro amigo holandés
Fecha: 08/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Mario, Fuente: CuentoRelatos
... adicta y por ello siente algún escozor; además, el pollón de Paul es monumental). Siempre busco alguna excusa para salir, por ejemplo, que me he quedado sin tabaco. Me pongo la bata, pues no me parece correcto exhibir la verga erecta, y me planto en la puerta de su habitación. Observo la gloriosa escena de mi amada tumbada de espaldas y lamiendo los cojones de su amante, que tiene sentado a horcajadas sobre su pecho; estira los brazos y con las manos acaricia las tetillas de su macho. Toso para que se aperciban de mi presencia y les pido perdón por la interrupción, pero necesito un cigarrillo. Con un gesto de cabeza y sin detener su placentera actividad, él me señala el paquete de tabaco. Regreso inmediatamente a mi cama. Lo que he visto me ha provocado tal erupción que a duras penas consigo liar un porro a causa del temblor que me domina. Escucho sin cesar como gimen, me doy perfecta cuenta cuando Silvana se corre como una loca. Oigo los alaridos de aquel cabrón al soltar toda su leche en la boca o en el culo de mi mujer… Me masturbo dulcemente mientras los deliciosos crujidos que hacen emitir al lecho penetran en mi cerebro. Sufro la necesidad de estallar sin atreverme a ello, porque espero… Cuando amaina la tempestad de placer vuelve el silencio casi total, roto de repente tras breves momentos, cuando nuestro invitado se incorpora para dirigirse al baño… para acceder al cual hay que pasar por nuestra habitación. Sigo con la luz encendida y aparece su ...
... silueta ante mí. Me mira con los ojos vidriosos de lujuria y un rictus de desprecio, dice alguna palabras en su lengua, que no entiendo, pero imagino y se sopesa los cojones victoriosos húmedos todavía de la lengua de mi mujer. Me guiña un ojo y extiende el brazo con el pulgar hacia arriba: “todo OK” dice y sigue su camino. Bella y radiante, espléndida en su desnudez mancillada, entra en la habitación mi sonriente Silvana con la felicidad escrita en su rostro. Nos abrazamos con locura y todos mis sentidos absorben el fuerte aroma masculino que exhala. Aspiro profundamente aquella mezcla de sudores y me voy deslizando sobre su cuerpo, lamo y chupo cada pulgada y me deleito cuando con la lengua encuentro humedades recientes o restos ya secos de humores frutos del deseo. Se entrega a mí, me ofrece en voz baja cumplido relato de todos los instantes de su encuentro amoroso, medio incorporada sobre la cama y acariciándome suavemente. Estoy en el paraíso… Me ofrece la boca sucia que acaba de acoger el enorme miembro del sátiro. La tomo en la mía y busco con ansiedad el sabor de todo aquello que ha pasado por ella. Baja hasta mis cojones y los mama con deseo. Finalmente, mi adorada ramera me ofrece su abierto e inflamado culo: se lo limpio con la boca antes de penetrarlo con mi ya desesperada polla gozo de la facilidad con que la sodomizo. A las pocas emboladas estallo en el mejor de los orgasmos y mezclo mi esperma con el del amante de mi esposa, antes de caer rendido y en ...