1. Cuando follé con mi suegra (1 de 3)


    Fecha: 15/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Carloss, Fuente: CuentoRelatos

    ... cada uno. Yo, sin embargo, me quedé como tantas otras veces en el sofá viendo programas de cotilleos en la tele con mi suegra hasta altas horas de la noche. Ella estaba echada con su batín (como hacía siempre) en el sofá, con sus pies descalzos y recostada en un cojín. Yo en el sillón de al lado perdía la vista de vez en cuando intentando ver más allá de su entrepierna.
    
    La vi molesta y le pregunté que qué le pasaba. Me contestó que le dolían mucho las piernas aun estando en alto. Sin pensarlo dos veces le dije que le devolvería el masaje de la otra semana, pero en sus doloridas piernas. Ella rio y declinó la invitación a la que yo insistí medio en broma dándome de grandes dotes masajísticas. Traje aceite del baño de invitados y me senté convencido a su lado a lo que ella tuvo que resignarse a acceder debido a mi decisión. Le dije que se tumbara cómoda y bocabajo y así lo hizo.
    
    A pesar del batín, por primera vez podía contemplar muy cerca sus enormes nalgas. Empecé por sus gemelos, frotando con fuerza y pareció gustarle. Con la tele de fondo y en completo silencio fui subiendo hasta detrás de sus rodillas. No sabía si llegar a los muslos, que por otra parte me estaban volviendo loco, pero ello suponía subir algo su bata. Al final me decidí y empecé a acariciarlos suavemente. Eran grandes, fuertes y bien formados y me provocaron un enorme cosquilleo interior. Subía y bajaba con el nerviosismo de que me dijera pronto algo, pero parecía estar semidormida o relajada.
    
    No ...
    ... pude más y le levanté su bata hasta la cintura ofreciéndome a la vista sus enormes bragas que en esta ocasión eran blancas. Temblé de emoción, pero no dijo nada, solo suspiraba.
    
    Cogí aceite y llegué a conseguir uno de mis sueños, acariciar su enorme culo. Nalga a nalga, las apretaba, amasaba y movía como si fueran flanes y no decía nada. Llegué a meter las manos dentro de sus bragas para tener contacto directo y no rechistó. Mi excitación estaba en tal punto que acerqué mi cara a su enorme culo para oler tan delicioso manjar llegando a apreciar el especial olor que solo una mujer puede tener en su secreto mejor guardado.
    
    No dudé en acercarme más y más con mis manos a su sexo hasta que por fin… lo acaricié. No dio ni un respingo. Solo un ligero suspirar. Aquello me animó a retirar parte de sus bragas para trabajar mejor su clítoris. Mi mano se encontró aquella abertura cálida, vellosa y sorprendentemente húmeda.
    
    Mi rostro olía una y otra vez aquel perfume embriagador mientras frotaba cada vez más rápido su enorme raja. Pronto pude ver como su trasero subía ligeramente para facilitarme el acceso y empezaba a moverse acompasadamente. A los pocos minutos aquel delicioso culo se agitó convulsivamente y calló. Tras un silencio aterrador y apreciando que hacía como que estaba dormida, me retiré a mi cuarto entre sobreexcitado y alucinado de lo que acababa de hacer. Tras una noche de desvelos logré dormirme. De madrugada mi mujer me besó y cerró la puerta.
    
    Se marchaba a la ...