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Mi profe de yoga
Fecha: 22/12/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Lesbianas Zoofilia Autor: Moechustrefe, Fuente: SexoSinTabues30
... piernas quedaron empapados de semen canino que rebosaba de mi interior. Manolo automáticamente lamió mi ano y los jugos con ganas unos segundos. Mi ano palpitaba constantemente, me ardía e incluso tenía las piernas entumecidas, en parte por la posición, y en parte que por semejante paliza el dolor me adormecía de las caderas para abajo. Al cabo de un rato pude sentarme en una toalla sobre un cojín y allí se acercó Manolo buscando un abrazo o un mimo. Lo acaricié, lo besé en la nariz y le dije -«¡Ay, perrito, me hiciste sufrir un montón!. Nunca me habían vapuleado el culo de esa forma, hasta hoy lo tenía virginalmente guardado, menuda paliza le diste a mi ojete…» Me reí, lo volví a besar y entonces me di cuenta al verlo de lado que su polla era considerablemente más grande que la de Tim, ya algo flácida medía más de 20 cm con casi seis de diámetro, y su bulbo ya “ablandado” era casi del tamaño de un puño. No podía creer haber tenido “eso” dentro tanto tiempo. Luego que pasara todo y se tranquilizara el momento nos fuimos a bañar. Y después del baño Adriana hizo unos masajes en mi zona anal con un aceite especial que tenía propiedades calmantes, cosa que alivió mi padecer por suerte, ya más tarde nos fuimos a dormir, el día había sido hermoso, pero muy muy intenso. El día siguiente, que ya era de los últimos, transcurrió como los dos anteriores. Lleno de descanso, relax y ocio, sin duda quería quedarme allí para siempre Volvimos a nadar en el arroyo, ...
... leímos un montón, charlamos de mil cosas y, por supuesto, hicimos varias sesiones de yoga, totalmente sanadoras. Disfrutamos del día con ilusión porque sabíamos que nos iríamos a casa temprano a la mañana siguiente. Y dada la hora a la que salíamos, Adriana sugirió que la tarde fuera una última sesión de sexo zoo. Un buen rato después de comer, fuimos a la sala a tumbarnos en los cojines, nos desvestimos y a empezamos el juego de besos y caricias. Fue una delicia. No tenía ni idea de qué se le ocurriría a Adriana, así que me relajé al máximo y decidí seguir adelante con lo que surgiera. Fue entonces cuando Adriana trajo a Oso. Oso era su tercer perro, un mestizo especie de cruza extraña de bloodhound y otra raza. Un animal tranquilo y bondadoso que se pasaba la vida tumbado pasivamente. Un perro joven de orejas largas y pelo corto, era sin duda una bestia enorme de unos 70 kg y casi 65 cm de altura, un perro realmente grande. Lo colocamos entre nosotros y comenzamos a acariciarlo, mimándolo, mientras el perro nos lamía felizmente. Adriana me miró y me dijo que no podíamos dejar que Oso hiciera lo que hicimos con los otros dos animales porque era realmente grande. Asentí y esperé a ver qué sugería. Noté que nuestras caricias en su abdomen empezaron a surtir efecto en cierto momento, y Oso, sin ningún obstáculo, empezó a mostrarnos todo su poder. La punta de un enorme trozo de verga emergió de su vaina, algo que juro por mi familia que nunca ...