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Mi profe de yoga
Fecha: 22/12/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Lesbianas Zoofilia Autor: Moechustrefe, Fuente: SexoSinTabues30
... agradezco todo, su invitación, su dedicación, su buena onda y hasta su infinito amor. Me mira y sonríe y por lo bajo me dice dulcemente…… -“aún nos falta mucho jaja” Y el día transcurrió de la mejor manera posible. Fue realmente otro día maravilloso. Hicimos varios ejercicios de yoga, nos bañamos de nuevo en el arroyo, caminamos un rato por los senderos del bosque cercano e incluso disfrutamos de un rato fantástico leyendo algunos cuentos mientras ambos estábamos tumbados en una enorme hamaca paraguaya, en la que cabíamos cómodamente, mientras el que escuchaba le masajeaba los pies al lector. Después de cenar, nos recostamos en los cojines del suelo de la sala para leer y relajarnos. Yo estaba leyendo un libro que habíamos empezado esa tarde, y Adriana tenía la mirada perdida, pensando en quién sabe qué, descansando plácidamente. De repente, se levantó y me dijo que nos traería otra poción mágica como la de la noche anterior. La miré y automáticamente pensé en la noche anterior. Asentí y seguí leyendo. Al rato, apareció con dos tazas de una bebida muy sospechosa y un cigarrillo de cannabis en la mano. Me preguntó si alguna vez había fumado, y le dije que solo un par de veces en mi adolescencia y que nunca más lo había probado. Así que, mientras saboreábamos nuestra deliciosa bebida, nos pitamos unos cigarrillos, disfrutando de ese momento único, ambas tumbados en los cojines del suelo. Me acariciaba la cara y yo le besaba las manos de vez en ...
... cuando. Nos mirábamos, y yo estaba otra vez en el limbo. Una vez más, me sentí como si flotara en otro lugar, como espectador en mi propia escena. Adriana se levantó de repente y dijo: -«Bueno, ahora pasemos a otros temas… ¡manos a la obra!». Me quitó el libro de las manos, me pidió que me tumbara boca abajo y comenzó una serie de masajes en la espalda. Repasó una y otra vez los ejercicios de masaje y respiración que me estaba enseñando, y me sentí cada vez más en otro mundo. En un momento dado, sacó un aceite especial y empezó a masajearme el cuerpo con él. El aroma y la sensación del aceite eran una delicia. Te transportaba a otro lugar, dándote una cálida y placentera sensación. Te relajaba y aflojaba el cuerpo de una forma inexplicable. Sus manos recorrían ahora todo mi cuerpo, y la sensación de placer se multiplicaba rápidamente. Por momentos, sentía como si muchas manos me acariciaran y masajearan. Me agaché y estiré los brazos, apoyando los pechos sobre una almohada, arqueando toda la columna. Adriana pasó las manos desde mis caderas y mi coxis, que apuntaban hacia el cielo, hasta mis manos, recorriendo todo mi cuerpo. Y fue en ese preciso instante que sus dedos recorrieron mi columna, continuando hasta el fondo, adentrándose en el valle de mi trasero. Siento las yemas de sus dedos separar mis nalgas y pasar por mi ano y los labios de mi vulva, deteniéndose en el clítoris, masajeándolo, y volviendo en dirección opuesta al coxis. Esta acción se ...