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Clases de Teatro
Fecha: 27/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Generico, Fuente: TodoRelatos
... pidió disculpas también las cuales yo acepté falsamente. La semana previa a la función se realizaron ensayos más intensivos. Carmen nos dividía en grupos durante los últimos minutos de cada clase para pulir escenas concretas. Una tarde, tras el ensayo general, el grupo comenzó a dispersarse rápidamente. A mí me tocó ensayar con mis hermanos Capuletos hasta que llegó la hora de acabar. Estábamos empezando a recoger y me puse a buscar a Cristina porque cuanto menos tiempo estuviera con Daniel mejor. Los encontré solos acabando una escena y decidí esperar a que terminaran para no interrumpirles. Cristina y Dani estaban de pie, muy juntos, repitiendo la escena del primer encuentro, pero algo era distinto. La distancia que Carmen siempre marcaba con tiza en el suelo había desaparecido. Sus cuerpos se tocaban. Sus palabras eran un susurro cargado de una intención que no pertenecía a Shakespeare. Él recitó su línea, pero su mano no se posó en el aire como en los ensayos. Se deslizó por su cintura, atrayéndola hacia sí. Ella no se apartó. Alzó el rostro hacia él, y fue entonces cuando ocurrió. No fue el beso casto y medido del ensayo. Fue un beso húmedo, lento, cargado de una urgencia que no fingían. Vi la lengua de Daniel deslizarse entre los labios de Cristina, y cómo ella respondió con un temblor de nerviosismo pero no de rechazo. Sus manos se aferraron a sus hombros, no para empujarle, sino para acercarle más. Me quedé paralizado sin poder reaccionar de la sorpresa. Cuando ...
... empezaba a recobrar la consciencia fue Cristina quien terminó el beso, separándose con un jadeo leve. Bajó la cabeza, ocultando su rostro. —No... no vuelvas a hacer eso —murmuró. Pero no había enfado en su tono. No había reproche. Era una súplica débil para que no la volviera a poner en esa situación. Era el "no" que en realidad significa "sí, pero no puedo". Daniel no se inmutó. Esbozó una sonrisa pequeña, segura, y con el dedo le levantó la barbilla con una familiaridad que me partió el alma. —Lo siento, Julieta. A veces el personaje se apodera de uno. Ella no respondió. Solo asintió levemente, todavía sin mirarle a los ojos, y se ajustó el flequillo con un gesto nervioso que delataba su turbación. Me retiré en silencio, con el corazón martilleándome el pecho. Al terminar la clase nos reunimos en el bar como siempre pero tanto Cristina como yo estábamos distraídos. De camino al metro hablamos antes de separarnos para ir cada uno a su casa, pero era una conversación estéril con cada uno teniendo la mente en otro lado. Ya en mi cama donde pude pensar fríamente traté de quitarle todo el hierro que pude al asunto. Sí, había una tensión sexual palpable que estaba cruzando la línea, pero la obra era la semana que viene, el club se terminaría y no volveríamos a oír hablar de Daniel. Además, Cristina, luchando contra sus instintos le había frenado y seguro que ahora se sentía culpable. Confiaba en ella. El día de la función llegó y el pequeño teatro se llenó con el ...