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Cornudo dominado
Fecha: 30/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Juan m 8722, Fuente: CuentoRelatos
... poder. —Así me gusta. Comete toda la leche ajena, putito. Mirá cómo te la tenés chorreando. ¿Te gusta la leche de otro en la boca, eh? ¿Te gusta que te humillen así? Le hundió la cabeza con fuerza, reclamando más. —Chupame bien el culo también, que Juan me dejó lleno ahí adentro y todavía me gotea, animal. ¡Más fuerte, boludo! ¡Limpialo todo! Esteban gimió entre sus piernas, entregado, humillado, sin más voluntad que la de complacerla. La cara le brillaba, los labios se le humedecían, la lengua pegajosa y rápida. —Sos un trapo. Un trapo de piso. Mirá cómo te tengo: tragando leche de otros, chupando la concha rota de tu mujer, limpiando con la lengua lo que me dejaron. ¡Eso sos! ¡Nada más que un puto cornudo para mí! Ana se arqueó, una ola de placer mezclada con dominio la recorrió. —¡Me hacés acabar, la puta madre! —gritó con rabia y goce—. ¡Me hacés acabar con la lengua toda sucia, comiéndome como un esclavo! Con un movimiento brusco, le apretó la cabeza contra su sexo y se vino, derramando toda su humedad caliente sobre la cara de Esteban. Sin piedad, le restregó la concha llena de leche y sangre, la frotó por la nariz, los labios, la frente. —Tomá, comete mi leche ahora. Revolcada, mezclada, toda sucia. Así te gusta, putito. Esteban no se movió. Se quedó ahí, chupando, tragando, babeando, hundido en su humillación más profunda. Ana lo empujó con el pie, como si fuera un objeto. —Listo. Volvé a tu lugar, perro. Ya me serviste. Él se ...
... arrastró para sentarse en el piso, como un perro mojado. La cara le chorreaba, la boca entreabierta, el pecho subiendo y bajando con respiraciones cortas, derrotado. Ana se acomodó la ropa, encendió un cigarro y lo miró de reojo, cruel. —Buen cornudo. Así te quiero. Ana lo miró con asco, esa sonrisa torcida que parecía hecha de veneno. —¿Sabés qué, pelotudo? Mientras vos te partías el lomo en el laburo, yo me cogía a otro en esta cama. Acá. En la misma cama donde vos te me subís con esa poronguita triste que apenas me toca. Un macho de verdad. Con una verga como un fierro caliente. Me rompió toda. Me acabó adentro tantas veces que estuve todo el día con la concha goteando. Esteban tragaba saliva, con los ojos clavados en el suelo, cada palabra cayéndole encima como una piedra. —Y sí. Me dejó embarazada, cornudo —le escupió—. Tres meses llevo con el pendejo de otro adentro, y vos ahí… chupando leche ajena como un pobre perro. Lo montó de golpe. Se sentó sobre él con bronca, como si lo castigara. Rebotaba como una yegua salvaje, riéndose sucia, con los dientes apretados de goce y odio. —¿Querés saber cómo fue? Y lo vio todo. Ella, empapada, desnuda, cabalgando como una puta poseída sobre ese tipo que la llenó. Lo tenía adentro hasta el fondo, se movía sola, desesperada, con la boca abierta, gimiendo como una enferma. Él le agarraba el culo con las dos manos, se la cogía con furia, sin pausa, acabando adentro como si la estuviera marcando. Nuestra ...