Capítulo 9 - El primer amanecer - Relatos Eróticos

Capítulo 9 - El primer amanecer

... tardo. Así te llevo a tu apartamento y después al hospital. —Pero lo que realmente quería era que el agua calmara un poco esas sensaciones que tenia al ver a Charlotte.

—No te molestes más, desde acá puedo pedir un taxi que me lleve.

—De ninguna manera. Yo te traje, y yo te llevaré —añadió con voz de mando y juego a la vez.

Charlotte asintió, se quedo sentada terminando de tomar la taza de café, en lo que Emily se dirigió como rayo a la ducha.

Charlotte ya no podía contener lo que sentía. El ver la mirada tan penetrante observándola detenidamente por esa fracción de segundo había revolucionado todo su interior, quería saber que hubiera pasado si las cosas hubieran pasado, al contrario, y quien hubiera visto desnuda es ella a Emily, pero no debía dejar que sus pensamientos la controlaran.

Esperó unos segundos. Contó hasta diez. Y fue imposible retenerlo.

Se levantó sin pensar demasiado. Ya no quería huir del deseo.

No con ella.

Se acercó al baño. La puerta estaba entreabierta. El vapor comenzaba a colarse por la rendija.

Tocó suavemente con los nudillos.

—¿Emily?

—¿Sí? —respondió desde dentro.

Charlotte empujó la puerta. Emily estaba de espaldas, bajo el agua, sin toalla. Su piel brillaba por el vapor. No había notado que Charlotte estaba ahí observándola tras el vidrio de la puerta.

Charlotte, con el corazón desbocado deslizó la puerta de vidrio y puso un pie dentro. Fue entonces que Emily se giró.

—¿Todo bien? —preguntó con voz ...

... tranquila, aunque su cuerpo vibraba por dentro.

Charlotte sonrió con picardía.

—Ahora sí estamos a mano.

Emily la miró fijamente. No quería mirar más allá de sus ojos. Si lo hacía, sabría que no podría resistirse.

El vapor las envolvía.

Charlotte dio un paso más... pero se detuvo al notar que Emily retrocedió un poco y justo ahí fue que la vergüenza llego a su ser.

—Creo que estoy yendo demasiado rápido... —murmuró—. Perdón, no quiero arruinar esto.

Se giró, avergonzada, dispuesta a irse...

Pero no alcanzó.

Emily la rodeó desde atrás, suave, firme.

Un brazo cruzó su cintura, acercándola. El cuerpo de Charlotte se estremeció.

Y cuando quiso soltarse, Emily pasó su otra mano, lenta, por su pecho.

Fue una conexión exacta. Milimétrica. Como si ya la conociera.

Charlotte cerró los ojos.

—Quédate conmigo —susurró Emily, justo junto a su oído.

Charlotte no se resistió, sabia bien que pasaría si se giraba, pero no podía retener más ese deseo y lo hizo, quedando frente y ella.

Se miraron.

Y se besaron.

No como antes.

Sino como si el tiempo se hubiese detenido solo para ellas.

Fue un encuentro sin prisas, lleno de descubrimientos, suspiros, y pieles que se hablaban sin palabras.

Se tocaron como quien cuida una herida.

Como quien ama sin miedo.

Y esa ducha, que comenzó como un escape, se volvió un refugio.

Allí no existía el mundo.

Solo dos cuerpos, dos almas, encontrándose por fin.

Las prendas ya mojadas que tenia ...