El amor de mi esclava
Fecha: 28/04/2018,
Categorías:
Dominación
BDSM
Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... Sí, señor, fue la respuesta que emitió al tiempo que se sentaba del otro lado del escritorio. - ¿Cómo estás? - Bien, dijo, mirándome fijamente mientras sus ojos se abrían. - Me refiero al trabajo, si te estás adaptando al nuevo grupo, cómo andan las cosas… - Bien, dijo relajándose, nos estamos acostumbrando a trabajar como equipo, la forma de trabajo que hay aquí es muy distinta a la que yo tenía antes en Personal, requiere más interacción, más comunicación, tiene que haber buena sintonía entre la gente. La verdad es que me siento muy cómoda y contenta de que las cosas hayan sucedido como sucedieron… - Me alegro… Cualquier inquietud, iniciativa o propuesta que tengas, la puerta está abierta… Además, quería pedirte un favor… - ¿Si? - Mañana, a eso de las cinco de la tarde, viene un empleado a declarar en un sumario por un problema en las condiciones particulares de una póliza de incendio y necesitaría que me ayudes con esa declaración, escribiéndola en la compu, para luego hacer la impresión… - No hay problema… - Lo que pasa es que posiblemente la declaración se extienda y se demore tu horario de salida… - No hay inconvenientes, mi hija está con mi madre, así que con solo avisarle está todo bien… - Muchas gracias. Me levanté y dándole un beso en la mejilla di por terminada la conversación. No sé si era bella, pero me gustaba mucho… Si bien era muy diligente, simpática y colaboradora, tenía cierto aire de ausencia que le creaba un aura de soledad y, tal vez, de misterio. Traté ...
... de imaginar su vida. ¿Estaría en pareja?, ¿de novia?, o sus días transcurrirían en la rutina de una vida aislada y oscura entre su madre y su hija, olvidando su juventud y sepultando sus anhelos e ilusiones… Lo descubriría, estaba seguro de poder hacerlo. El plan que mi mente había urdido, parecía funcionar. Le había sugerido a la Jefa de Personal que trasladara el trámite de los sumarios de los empleados del estudio jurídico que hasta ahora los estaba llevando a nuestra oficina. La excusa era el ahorro y esa causa siempre funciona en una empresa en problemas. No habían transcurrido dos días desde esta propuesta y ya había aparecido el primer caso que me permitiría pedirle a Claudia que se quedara después de hora y así intimar con ella. La declaración avanzaba con lentitud, la palidez del rostro del declarante y su faz empapada de transpiración eran claramente relevantes de la tensión que se palpaba en el momento. Yo dirigía el interrogatorio con decisión y con una estrategia ya diagramada. Cuando consideré que habíamos alcanzado el objetivo, di por cerrado el trámite y le pedí a Claudia que imprimiese la declaración, informando al interrogado que debería leerla íntegramente y después firmarlas en cada hoja. Cuando lo hubo hecho, la firmé yo también y se la entregué a Claudia para que hiciese lo propio. - ¿Yo también la firmo? - Sí. Sos la secretaria de instrucción y estás integrada al proceso, así que es necesario que la firmes. Se le entregó una copia al interrogado, que se ...