1. Mi profesor me convirtió en su esclava (I)


    Fecha: 03/05/2018, Categorías: Dominación Autor: karen69, Fuente: CuentoRelatos

    ... aceptar ser mi mascota? Yo veía la pantalla con cara de resignación. Mi mente seguía en blanco, y asentí con la cabeza, sin pensar. Simplemente no vi mis opciones, mi orgullo y altivez desaparecieron por completo. ¡PAF! Martin me dio una buena cachetada que me saco de mi trance. -¿Si, que, puta inepta? -Acepto sus condiciones Amo. –Dije, sabiendo que era lo que él deseaba escuchar. Definitivamente no lo quería hacer enfadar. Tomo un papelito de su escritorio y anoto algo. Lo arrugo haciéndolo bolita. -Abre la boca. –me ordeno. Obedecí, y el metió el papel en mi boca. –Ve a esa dirección a las 6 de la tarde. Debajo de la tercera piedra que está a la derecha de la reja de la entrada, encontraras la llave para entrar a la casa. Cuando entres, sigue las instrucciones. Ahora largo de aquí. Obedecí, y me fui. Al salir del despacho, saque el papel de mi boca. Me citaba en una urbanización de Caracas, ubicada en una zona llamada La Castellana, cercana al famoso Country Club. Es una zona residencial bastante bonita, con múltiples quintas. Salí de la universidad y fui a intentar comer algo, pero ya había perdido el apetito. Espere que fueran las 6 de la tarde, no sin antes llamar a mi casa y avisar que llegaría muy tarde o que tal vez no iría esa noche. A falta de una hora para las 6 de la tarde, emprendí mi viaje a mi nuevo destino. Seguí las indicaciones dejadas en el papel, y llegue a la casa a las 6 en punto. Desde afuera la casa se veía grande, era de dos pisos, arriba tenía un ...
    ... balcón y unos ventanales. Busque la llave para entrar por la reja, estaba donde él me había indicado. Abrí la reja, y entre al jardín frontal de la casa, subí las escaleritas para entrar en la casa como tal. Estaba todo bastante oscuro, de hecho, ya al ser las 6 de la tarde, el sol estaba terminando de esconderse. La estancia de la casa donde me encontraba estaba vacía, salvo por una mesa de madera sobre la cual habían cuatro velas rojas prendidas. Me acerque a dicha mesa, y sobre ella estaban dispuestos una serie de instrumentos dignos de una película de sadomasoquismo, entre ellos, esposas, fustas, cuerdas, gagballs, rodeando un sobre que rezaba “Karen”. Lo abrí y me dispuse a leerlo: “Quítate toda la ropa y tírala en un rincón. No quiero ni una prenda en tu cuerpo. Espósate los tobillos. Colócate un gagball en la boca. Toma la esposa con la cadena más larga y uno de los extremos asegúralo a la cadena de las esposas de los tobillos. Luego toma las otras esposas cortas, y a la cadena de estas, asegura el otro extremo de las esposas largas. Colócate la venda en los ojos. Espósate las manos por detrás de tu espalda con las esposas que acabas de asegurar a la más larga. Tírate en el piso y espera mi llegada. Eres una puta. Eres una perra. Eres una zorra. Eres una cerda. Y ahora me perteneces. Atte.: Tu Amo.” Las últimas líneas por alguna razón me excitaron sobremanera. Incrédula de mi nueva realidad, seguí las instrucciones al pie de la letra, paso por paso. Me tire en el piso, ...