Destino equivocado
Fecha: 05/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Dany, Fuente: CuentoRelatos
... Antigua. Unos cuantos kilómetros antes de llegar al pueblo, Joaquín, muy confundido, le preguntó al conductor: —¿Está muy lejos el aeropuerto? —Pues sí, lo hemos dejado atrás ya hace bastante rato. —¿Cómo? —Pues que ya tenemos más de una hora de haber salido de él. —… —Ya estamos cerca de Antigua… —Me quiere usted tomar el pelo… —De ninguna manera señor. —Perdone, pero es que Antigua es una isla. —Pues verá usted, no sé a qué “antigua” se refiere y tampoco a qué isla. —¿Dónde estamos? —Pues cerca de Antigua Guatemala. Donde don Pedro de Alvarado fundó la primera capital de Guatemala. —Joder, y qué demonios estoy haciendo yo aquí… —Usted disculpe, pero en el hotel me encargaron venir al aeropuerto y recoger a un señor de nombre Joaquín Quiroga. A menos que usted no se llame así, mi deber es llevarlo al hotel. —¿Qué hotel es ese? —Veranda de las capuchinas. Le va a gustar. —¡Vaya hombre! —dijo ya enojado Joaquín—, usted no entiende que yo no debo de estar aquí, debería de estar o ir en camino de la isla de Antigua. ¡Ande, vamos!, dese la vuelta y regresemos al aeropuerto en donde me recogió. Voy a ver cómo me las apaño para ir a la isla en la cual se supone que debo pasar mi vacación. —No puedo hacer eso, señor. —¡Por qué no! —explotó Joaquín. —Pues porque me las tendría que ver con la policía si no lo llevo al hotel, y luego piensan que lo he secuestrado. —… —Si no lo llevo al hotel alguien puede pensar mal y… —Bueno, bueno, de acuerdo. Al nomás llegar al hotel voy a hablar a ...
... la agencia de viajes para que me resuelvan este embrollo. ¡Demonios, once horas de vuelo para no estar en donde debería estar! Cuando llegó al hotel, lo primero que pidió Joaquín fue el teléfono para comunicarse con la agencia de viajes y hacer el reclamo correspondiente, pero en su país nadie respondió, lo cual era obvio pues allí estaba comenzando la madrugada. La chica de relaciones públicas del hotel, al ver a Joaquín de aquel talante, intervino para apaciguar la situación, ofreciéndole además la estancia de esa noche gratis. Eso logró calmar un poco la incómoda situación, pero además le ofrecieron llevarlo también gratis de vuelta al aeropuerto, al día siguiente, al momento que a él le fuera conveniente. Por otra parte, le ofrecieron la cena en uno de los restaurantes de más lujo de la ciudad. Mejor, pensó por un momento, se hubiera quedado en su casa, como había planeado desde el principio, pues allí tenía algunos libros para leer y películas para ver, entre ellas una un poco antigua pero cómica, que desde hacía mucho tiempo deseaba poder ver, llamada: “Café, té o yo, las memorias eróticas de dos azafatas”. Después de cenar, cuando ya el sol se había puesto, con los ánimos ya un poco calmados, comenzó a caminar un tanto sin rumbo por las calles empedradas del pueblo. Llegó hasta el centro, se coló por el Parque Central y se ubicó frente a un portal profusamente iluminado en su fachada. No sabía qué era aquello; le preguntó a una indiecita que todavía tenía expuesta su ...