Laura, la pijita
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... lo que mi pandilla había pensado quedar el sábado para cenar y salir de copas después. De regreso a casa con Merche se lo comenté, invitándola a venirse. Aceptó encantada, pues no tenía plan para el sábado. "Se lo comentaré a Isabel, por si le apetece venir". No hizo mención alguna de Laura. Miguel había reservado mesa para catorce en un buen restaurante de la Ctra. de La Coruña (un día es un día, nos dijimos). En principio éramos doce, con Isabel y Merche, "pero nunca está de más reservar un par de plazas más, por si alguien se apunta a última hora", sentenció Miguel. Habíamos quedado directamente en la puerta del restaurante. Cuando llegamos Merche, Antonio y yo, que fuimos juntos en mi coche, aún faltaban por llegar cuatro personas. Pronto aparecieron los rezagados y nos dispusimos a entrar, cuando alguien a nuestra espalda gritó: "Esperadme, que ya estoy aquí". Era la voz de Laura, que bajaba de un taxi. Todos nos quedamos estupefactos, pues era la primera vez que Laura se unía a alguna de nuestras quedadas. Me quedé mirando a Merche, que se encogió de hombros diciendo "yo se lo había comentado, pero me dijo que no le apetecía mucho". Nos quedamos todos un poco fríos, pues nadie tragaba demasiado a Laura, como ya he comentado anteriormente. No sé cuál había sido el cambio que había experimentado Laura, ni por qué. Lo cierto es que se presentó sonriendo y resplandeciente. Apenas había visto a Laura sonreír nunca, pero lo que es seguro es que jamás la había visto hacerlo ...
... como en ese momento. Lucía una amplia sonrisa, que acentuaba aún más su bonito rostro. Parecía aún más guapa de lo que solía. Su peinado favorecía muchísimo su belleza natural, con su larga cabellera rubia cuidadamente despeinada cayéndole sobre los hombros y un grueso mechón de cabello cubriendo parte de su rostro. Además de encantadoramente sonriente, Laura se presentó cautivadoramente vestida. Una gruesa chaqueta marrón de lana abrigaba su cuerpo; el cierre de cremallera entreabierto insinuaba ligeramente su escote, y una larga bufanda blanca abrigaba su cuello. Una minifalda de pana blanca permitía contemplar sus bonitas piernas, cubiertas por medias de color carne, mientras que calzaba botas altas de tacón del mismo color que la falda. Como siempre, impolutamente conjuntada, como siempre, arrebatadoramente bella y como nunca, radiante y encantadora. Sólo Merche e Isabel se acercaron para recibirla con dos besos, aunque ella misma se encargó de plantarnos dos besos a cada uno de los demás, que la mirábamos alucinados, los chicos por un motivo, y las chicas por otro muy distinto. Cuando dejó la chaqueta en el guardarropa pudimos contemplar que bajo la chaqueta lucía una vaporosa camisa marrón de profundo escote que pegándose a sus pechos, permitía apreciar sus bellas curvas. La mayoría de los chicos la mirábamos embobados, mientras que las chicas, excepción hecha de Isabel y Merche, hacían corrillos de inconfesables comentarios. Una vez sentados, coincidimos en una esquina ...