La mujer del disidente (05). La galería
Fecha: 12/05/2018,
Categorías:
Dominación
Voyerismo
Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos
... Según avanzaba las groserías que iba escuchando se intensificaban. Seguía sin ver a su marido, con lo que ya sabía que no estaría en esta planta. A algún preso se le ocurrió incrementar su degradación escupiendo al pasillo a su paso, con lo que Amalia, con resignación y desagrado tenía que limpiar con el vestido que hasta ahora había llevado todo lo que se encontraba por el camino. A otros presos se les ocurrió lanzar basura al pasillo, lo que encontraban a mano en sus celdas: colillas, papeles, trozos de pan, mondas de plátano... Uno de los presos vio que intentaba accionar el grifo de su lavabo, pero afortunadamente para ella aún no había agua en las celdas. Según avanzaba en su degradante tarea el barreño se llenaba de los restos que los presos lanzaban. El vestido ya estaba para el arrastre de tanta suciedad. Cuando ya quedaban pocas celdas a alguien se le ocurrió sacarse la minga y empezar a mear a su paso. Otros siguieron su ejemplo, y mientras algunos meaban sobre el camino por el que iba a pasar, otros la meaban a ella directamente a su paso. Por fin dio toda la vuelta a las cuarenta celdas y llegó a la puerta de la antesala que dirigía a su ...
... celda. Un guardia le abrió la puerta y el otro ya estaba dentro esperando, pero como ninguno le ordenó que se incorporara dejó el barreno en la antesala y continuó gateando hasta entrar a su celda. Ahora sí que estaba sucia de verdad. El olor a orina casi le hacía vomitar, y lo llevaba encima. Los guardias cerraron la celda y se marcharon. Habían dejado un plato de macarrones fríos en el suelo, junto a un viejo vaso de metal. Amalia colocó las sábanas en su cama y al ver que estaba sola se quitó el vestido. Oyó el sonido del agua volviendo por las tuberías y accionó el grifo, comprobando que ahora si había agua. Metió el vestido en el lavabo, bebió varios vasos de agua y se comió los macarrones. Durante media hora estuvo sentada pensando en todo el sufrimiento que le había deparado el día. Y pensando en lo que le esperaba vivir. Sacó el vestido y lo colgó de un clavo que sobresalía de la pared esperando que estuviera seco al día siguiente. Solo con su tanguita se metió en la cama, y aunque no hacía frio, se tapó con la sábana. No sabía si a lo largo de la noche alguien se asomaría a su celda, pero por si acaso, no quería que la vieran casi desnuda.