1. Manuela (08)


    Fecha: 30/05/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vuelve a Madrid y yo me preparo para ver qué pasa en París. Pasa que hay huelga de transportes públicos y atascos más salvajes de lo que suelen ser habituales. Llevo una hora bajo la lluvia deambulando de parada de taxis a parada de autobuses y al tren de cercanías, cuando un motorista vestido de cuero negro se detiene a mi lado y grita en castellano sin quitarse el casco: "¿Luis, el periodista español?; soy Sandy, tu fotógrafo en París; vámonos que el tráfico va jodido". Relativamente rápido llegamos al hotel situado en una bonita zona arbolada. El motorista me sigue a la habitación ("joder, tu jefe te aprecia; este hotel vale una pasta") y se quita casco y abrigo mientras le estoy ofreciendo un cigarrillo. Sorpresa morrocotuda: "pero coño, ¡si eres una mujer!". "¿No te has dado cuenta hasta ahora?, voy a tener que ofenderme. Bien te agarrabas en la moto" "Más y mejor me hubiera agarrado de saberlo. Esa vestimenta de motorista no te hace justicia, la verdad sea dicha". Desde luego que no. Es un tía de poco más de veinte años, alta, delgada, morena de cabello y piel; muy morena. Guapetona, curvilínea, muy atractiva. "¿Eres española o es que conoces perfectamente el idioma?" "Mi madre es de Ceuta y mi padre era francés nacido en Argelia. Yo he nacido en Alicante y llevamos quince años viviendo en Francia, desde la muerte de mi padre. Te presentaré a Luisa, mi madre, le encanta tratar con españoles recién llegados; su casa de comidas tiene fama de ser de las mejores de París. ...
    ... ¿Tienes hambre?, es un poco tarde pero aún estará abierto". De nuevo rápido viaje a través de un atascadísimo centro de la ciudad y, eso sí, ahora me agarro a Sandy con más agrado y morbo que antes. En una estrecha calle situada en pleno Barrio Latino entramos la moto en una especie de jardín con sillas y mesas de madera vacías bajo la fuerte lluvia que cae en ese momento. Unas grandes cristaleras dan paso a un salón de varios niveles, decorado en madera de distintos tonos y tremendamente acogedor, con chimenea y un par de barras. Una gran bandera de la República española adorna una de las paredes. Están ocupadas más de veinte mesas entre las que circulan afanosos camareros. "¿Sandy?; qué haces aquí tan tarde, ¿quieres comer?". Una elegante mujer alta y muy morena se dirige a la joven, le da dos besos y vuelve la cara hacia mí tras una brevísima conversación. ¡Madre mía!, es tan guapa que casi no oigo las palabras que en español me dirige: "mucho gusto, caballero, mi hija me ha avisado de su presencia. Bienvenido a nuestra casa, que esperamos pase a ser la suya". Balbuceo algo que no recuerdo y sigo a las dos mujeres hacia uno de los discretos reservados que dan al jardín. "Como hace frío me permito aconsejarle el cocido madrileño que siempre preparamos los días lluviosos, es muy apreciado por la clientela. Tiene que contarme cosas sobre España, todos los años digo que vamos a ir en vacaciones y luego no me atrevo. Sigo teniendo recuerdos muy tristes; pero, por favor, coman ...
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