Variación salvadora
Fecha: 07/06/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
No funcionábamos en la cama. Triste pero cierto. Seis meses después de empezar a salir juntos nuestra relación se iba a pique por un problema agudo de frustración sexual. Y lo que de verdad nos preocupaba era que no entendíamos qué nos estaba pasando. Ninguno de los dos habíamos tenido el más mínimo problema con nuestras anteriores parejas, antes de empezar a salir juntos ardíamos con sólo tocarnos, y de repente parecía que nos hubiéramos mudado al Ártico. O no nos tocábamos o acabábamos solucionando la postura del misionero en menos de veinte minutos. Y la falta de sexo había empezado a afectar a todos los demás aspectos de nuestra relación. Por fin nos decidimos a afrontar la situación y tomar medidas. O conseguíamos arreglar las cosas en un plazo de un par de meses o, por mucho que nos doliera, lo dejábamos. Lo hablamos durante horas hasta que conseguimos tomar una decisión. Íbamos a apostar por la innovación, el riesgo y la sorpresa, cosa que tal como nos iba hasta el momento podía quedarse en alargar la postura del misionero a diez minutitos más. Concretamos y decidimos que cada uno iba a intentar sorprender al otro, y que el sorprendido no podía negarse a su propuesta. El abanico de posibilidades era amplio: juguetes, disfraces, lugares diferentes y arriesgados, vídeos eróticos, el Kamasutra si era necesario. Estábamos dispuestos a probarlo todo antes que darnos por vencidos. Nuestra primera cita después de cerrar el trato no podía ser menos romántica. Cena con un ...
... grupo de amigos y después excursión comunitaria al cine. La ocasión parecía poco propicia para empezar a innovar, a pesar de la oscuridad de la sala, pero Miguel, mi pareja, no tenía intención de ver la película. Acabábamos de cruzar la puesta del cine cuando nos encontramos con mi jefe y su mujer. Para cuando conseguimos entrar en la sala nuestro grupo ya estaba acomodado. Ocupaban toda una fila de butacas, pero no quedaba sitio para nosotros. Hice el amago de acercarme para sentarme detrás de ellos, pero cuando empezaba a avanzar Miguel me sujetó por la cintura, hizo señas al grupo y me llevó hasta la última fila, casi en un rincón. No había demasiado público y la mayoría estaba en el centro de la sala, así que estábamos prácticamente solos. Apagaron las luces, empezó la película y como siempre me olvidé de todo. Estaba centrada en una compleja trama de espionaje internacional cuando noté una mano sobre mi rodilla. Miré a Miguel y su sonrisa hizo que sintiera un escalofrío de anticipación. Se acercó más, pasó un brazo sobre mis hombros. En cuestión de segundos sus dedos habían pasado bajo las tiras de mi camiseta y jugaban con mis pezones. La otra mano empezó a subir desde mi rodilla, deslizándose por debajo de mi falda. Sus dedos se dedicaron a trazar dibujos caprichosos en la parte interior de mis muslos, hasta que no pude evitar pegarme a él y abrir las piernas todo lo que me permitía la falda. Nunca había hecho el amor fuera de las cuatro paredes de mi casa o de la ...