Variación salvadora
Fecha: 07/06/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... habitación de un hotel y la situación estaba excitándome como hacía mucho tiempo que no lo estaba. Intenté subir su mano hasta mi sexo, pero con un gesto me dejó claro que quería que me estuviese quietecita y siguiese viendo la película. Me dejé hacer y miré al frente, aunque a esas alturas ya había perdido completamente el hilo del argumento. Después de lo que parecieron horas y horas de tortura por fin me puso los dedos sobre el clítoris. Lo masajeó suavemente y luego deslizó la mano bajo las bragas, hacia la entrada de mi vagina. Me encontró mojada y me premió con un pellizco en un pezón y la palma de su mano apretando mi sexo. Contuve un gemido segundos antes de notar que se apartaba de mí. Quise protestar, pero volvió a indicarme que mirara a la pantalla. De mala gana le hice caso. Más que nada porque tenía la impresión de que era capaz de no seguir hasta que le obedeciese. Se arrodilló a mi lado como pudo, entre los asientos, y me subió la falda hasta las caderas. Enseguida metió las manos en los laterales de mis bragas y me las quitó. No pude evitar un ataque de pánico y miré a mi alrededor tratando de adivinar si alguien podía vernos mientras Miguel se guardaba mi ropa interior en el bolsillo. A primera vista parecía que todo el mundo estaba concentrado en la película. Empezaba a tranquilizarme cuando Miguel empezó a lamer la parte interior de mis muslos. Se me pasó por la cabeza la posibilidad de negarme, pero recordé nuestro pacto y me callé a tiempo. Cerré los ...
... ojos, apoyé la cabeza en el respaldo, me sujeté con fuerza a los brazos de la butaca y me dispuse a disfrutar como hacía mucho que no lo hacía. La lengua de Miguel demostró ser extraordinaria. Empezó lamiendo mis muslos y no tardó en recorrer todos los recovecos de mi sexo con pasadas largas, cálidas y húmedas que me obligaban a ahogar los gemidos. Subió al clítoris y lo cogió con cuidado entre los dientes, estirándolo mientras lo acariciaba, dentro de su boca, con la punta de la lengua. Contuve un grito a tiempo, pero supongo que no pude evitar emitir algún sonidos extraño, porque un hombre sentado dos filas más adelante se giró y miró atrás. Miguel también se apartó para mirarme. Su cara lucía una enorme sonrisa de satisfacción, con un ligero matiz de malicia. Levantó mi tanga en la mano derecha, lo convirtió en una bola y me lo acercó. Se apoyó en el asiento, frotó su pecho contra el mío y me preguntó al oído si iba a estarme calladita o prefería que me metiera las bragas en la boca. Me relajé otra vez y le dejé seguir. Volvió a arrodillarse y esta vez su lengua se hundió dentro de mi vagina. Toda su cara se frotaba contra mi sexo y sus manos subieron bajo mi camiseta para apretarme los pechos mientras su lengua me penetraba a un ritmo que me volvía loca. La tensión entre mis piernas crecía por momentos En la pantalla la pareja protagonista se lo montaba en la ducha y yo presentía que el orgasmo que se avecinaba iba a ser considerablemente más escandaloso que el suyo. Empecé a ...