1. El amigo de mi marido


    Fecha: 07/06/2018, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ruido de las llaves en la puerta principal, era Pedro, escuché sus pasos aproximándose a su dormitorio, pero se detuvo frente a mi puerta como era de esperarse, el silencio fue por unos minutos, luego continuo su trayecto hasta su dormitorio. Por un momento pensé que se dirigió a dormir y que sólo se limitó a observarme, pero cual fue mi sorpresa, cuando en un par de minutos, sentí sus pasos dirigiéndose a mi cuarto, pero esta vez no eran sonidos de zapatos, si no, totalmente descalzo, no podía saber como venía vestido, ya que preferí permanecer con los ojos cerrados, aún fingiendo estar dormida. Sentí que se apoyó suavemente en mi cama, a mi lado, y muy sutilmente colocó uno de sus dedos en mi pierna, luego dos, hasta colocar suavemente toda su mano, quizás en un gesto de tratar de no despertarme. Comenzó a subir su mano por mi pierna, hasta llegar a mi pelvis, la que tocó con muchísimo cuidado. Mi corazón se aceleraba, quizás por la excitación que sentía, la piel aunque no lo quería, se me puso de gallina, y mis pezones se erectaron. Pedro recorrió con sus dedos por encima del pequeño triángulo de género que formaba mi calzoncito, palpando mi bello púbico sobre él, luego descendió por entre mis piernas, siempre sin separar su tacto a mi piel, recorriendo toda la abertura de mi vagina, la que en ese momento comenzaba a empaparse, sus dedos subían y bajaban por mi vagina. Seguramente se percató de la erección de mis pezones, ya que suavemente los tocó con su otra mano, y ...
    ... luego procedió a subir mi corto camisón para dejar mis dos pechos totalmente al aire. La verdad es que me moría de ganas de mirar su pene, y ver que dimensiones había alcanzado hasta ese momento, pero sentía de todas maneras un cierto temor a lo que estaba haciendo, por lo que permanecía con los ojos bien cerrados. De pronto, sentí que ambas manos tomaron mi calzón, procediendo a bajarlo muy lentamente, como era diminuto, no le costó mucho trabajo hacerlo, además, yo no oponía mucha resistencia, hasta que lo quitó totalmente, quedando mi vagina totalmente al aire y mis piernas entreabiertas. Pedro, volvió a colocar sus dedos, pero esta vez sobre el bello púbico, comenzó a bajar por entre mis labios vaginales, recorriéndolos suavemente, la verdad que esa sensación me estremecía, cuando llegó hasta la abertura de la vagina, la que por supuesto estaba totalmente mojada. Pedro muy delicadamente comenzó a introducir uno de sus dedos, primero sólo un poco, hasta llegar a meterlo totalmente, eso me volvía loca, ya me costaba trabajo disimular mi excitación, más aún cuando lo comenzó a mover en mi interior. Una de mis manos descansaba sobre el costado de la cama, de pronto sentí que algo la rozaba, entreabrí los ojos suavemente, y pude ver el bulto de su pene que amenazaba por salirse de su ropa interior. Pedro estaba comenzando a rozar cada vez con mayor ritmo su paquete por la palma de mi mano, que hasta el momento permanecía inmóvil. Mi excitación comenzaba a elevarse, fue en ese ...
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