1. La magia de la fantasia


    Fecha: 14/06/2018, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sexual por mi parte, ya que decía tener miedo a la presencia de extraños, aunque yo le narraba mi fantasía y ella reconocía que la escena que le planteaba no le era totalmente desagradable. Como es costumbre en nosotros fuimos a pasar unos tranquilos días, de verano, a nuestro lugar habitual. Y sucedió. Esa mañana llegamos, como hacíamos habitualmente, al atracadero desde donde salía el pequeño barco. Hacia una mañana hermosa, llena de sol, de la luz azul del cielo y del rumor de las tranquilas olas; una fresca brisa traía el perfume del mar. En esta ocasión realizaban el trayecto, de aproximadamente media hora, muy pocas personas; solamente íbamos nosotros y un hombre de color. Un individuo de unos cuarenta años, alto, fibroso, con una complexión atlética, de piel ambarina, probablemente resultado de múltiples cruces interraciales. La bonita mañana y el escaso pasaje, facilito sin duda la conversación con esta persona, hablaba castellano con algo de dificultad, con fuerte acento francés. Los comentarios giraron sobre la belleza del día y del paraje donde nos encontrábamos, que él por su parte decía igualmente conocer de ocasiones anteriores, ya que habitualmente pasaba todos los veranos unos días en esa zona en compañía de su esposa, disfrutando de sus playas y siendo aficionado a correr sobre sus blancas arenas. Y casualmente se alojaba en nuestro mismo hotel. En cualquier caso fue un dialogo ameno, fluido y con una intensa corriente de empatía, tanto por parte de Lola ...
    ... como por la mía. Cuando llegamos al punto de atraque, nos despedimos de nuestro nuevo amigo, comentándole nuestra intención de dar el acostumbrado paseo. El hizo mención a la posibilidad de que nos reencontráramos en otra ocasión, comentario bien acogido por nuestra parte. Comenzamos nuestro andar sobre la orilla del mar, sintiendo en los pies la fresca y suave caricia de las olas y de la mullida arena. Hablábamos sobre la persona que acabábamos de conocer y lo agradable e interesante que parecía, yo como de pasada hice un comentario sobre la fantasía que en ocasiones anteriores le había contado a Lola. Ella contesto afirmativa “Te vas a quedar con las ganas”, aunque una amplia sonrisa llenaba su cara y sus ojos brillaron intensamente. El día transcurrió plácidamente y disfrutamos de una magnifica jornada de playa. Ya por la noche de vuelta en nuestro hotel, nos disponíamos a salir a cenar, pero previamente decidimos tomar un aperitivo en el bar, al llegar a este nos encontramos a la persona que habíamos conocido esa misma mañana, el cual nos invito a compartir su mesa. Nuevamente se estableció esa empatía que tan agradable había sido en el barco y junto con él decidimos irnos a cenar e incluso tomamos alguna copa posterior. Jean, supimos su nombre después de las oportunas presentaciones, era medico en un hospital de Paris, su mujer medico igualmente, había ese año acudido a un congreso a Austria y a Jean no apeteciéndole acompañarla, había decidido pasar el solo algunos días de ...
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