Tres amigos (3 años después)
Fecha: 16/06/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Cuentero, Fuente: SexoSinTabues
La reacción de Ricardo (tres años después de irse Raúl de Cuba) hizo que mis propósitos de no tener jamás relaciones con otra persona de mi mismo sexo, impulsado por el "atraso" que tenía, me hicieron caer de nuevo en ese tipo de sexo. A veces me pregunto si es por casualidad o las cosas suceden por alguna causa desconocida. Años atrás tuve durante mucho tiempo relaciones sexuales con un amigo mucho mayor y aunque éramos tres jovencitos los que participábamos de aquello, nunca lo hice con ellos, solamente con Raúl, que así se llamaba. Luego me casé, tuve un hijo y por tiempos me distanciaba de él, pero luego volvía a caer en su juego. Todo siguió así hasta que se fue de Cuba y me prometí no tener más relaciones homosexuales en mi vida. Pasó el tiempo, me divorcié y aunque a veces lograba estar con alguna que otra mujer, no me era fácil encontrar con quien y no involucrarme sentimentalmente con ella, pues pensaba abandonar también el país y no quería dejar eso detrás. Yo siempre he sido bastante adicto al sexo, así que cuando no tenía mujer, tenía que estar a "dieta de caballo", es decir, a paja y agua. Un día, estando en mi casa (vivía con mi mamá, como es normal en Cuba pues no hay casas disponibles), estaba conversando de pie con un jovencito de 16 años que venía a la casa jugar ajedrez conmigo (es bueno en eso el chiquillo) y uno de mis sobrinos que tenía 9 años y es bien inquieto, pasó corriendo tras de mí tratando de que uno de sus amiguitos no lo alcanzara y me chocó y ...
... me fui hacia adelante, tropecé con un banquito que estaba entre el jovencito y yo y para no caerme de aguanté de Ricardo (así se llama el jovencito) pero uno de los sitios que alcancé a agarrar fue su sexo. Lo solté rápidamente y en eso el otro niño también chocó y me vuelve a tumbar (estaba tratando de recuperar el equilibrio del primer choque) y me vuelvo a agarrar de su pene, que noté había crecido en ese breve instante entre uno y otro choque. Le pedí disculpas, ví que se había puesto rojo pero su pene seguía endureciéndose y rápidamente se sentó para que no se le viera, pero yo ya me había dado cuenta de lo que ocurría. También me senté y continuamos conversando de cosas banales, pero a cada rato yo, como si no tuviera importancia, lo ponía la mano sobre una rodilla y hacía que su respiración se agitara. Había cerrado las piernas para mantener su erguido miembro contenido entre sus muslos. Luego fui a buscar el juego de ajedrez y jugamos una partida, la cual gané fácilmente pues evidentemente él no se podía concentrar en el juego. Entonces me levanté, recogía tablero y piezas y los fui a guardar, momento que aprovechó mi amiguito en salir de la casa. Supongo para que yo no viera que tenía la picha parada. Comencé esta historia hablando de el por qué suceden las cosas, porque precisamente con toques aparentemente inocentes, comenzaron mis relaciones con Raúl en una azotea, mirando por un telescopio los anillos de Saturno junto con mis dos mejores amigos: Juan y Santiago. ...