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El capataz y el señorito 2
Fecha: 17/06/2018, Categorías: Dominación Autor: dante1802, Fuente: SexoSinTabues
... Bruno: shhhhh. Recuerda que tu mami te puede escuchar. Aunque si gritas más fuerte por mí no hay bronca, me excitas más. Ricardo contuvo sus gemidos. Bruno: ya ves como si te entraba. Ah huevo que tu culo está hecho pa mi verga. Eres la funda hecha a la medida de mi pistola, jajajaja. Ahora sí a cabalgar. Ricardo: ah ah. ¿Qué? Bruno: a cabalgar mami. A ti te gusta montar caballo que no. Pos ora yo soy tu caballo y tú el jinete. Ora chiquito, demuéstrame qué tanto sabes montar. Y Bruno le dio nalgadas al rubio para que este comenzara con el movimiento de levantar sus nalgas y dejarse caer nuevamente simulando estar montando pero en realidad se empalaba en la verga del macho. Bruno: así chiquito. Aquí está tu semental. Siénteme. Bien adentro. Más fuerte. Muévete más. Y Ricardo se daba de sentones sintiendo aún más pisoteada su dignidad, mientras que el capataz también empujaba su boa para empalarlo más. las manos de Bruno masajeaban las nalgas de Ricardo y las manos del señorito se aferraban al pecho peludo del macho. Ricardo: ah ah ah ah ah. Bruno: puta madre. Qué rico me aprietas, aghhhh. El rostro lleno de placer de Bruno era una daga en el corazón del rubio, esos recuerdos inundaban su aturdida mente mientras seguía entrando al río. La ropa que llevaba se volvía más pesada al mojarse y el señorito solo podía pensar en acabar con su dolor. Finalmente el agua le llegaba hasta el cuello y sin pensar más introdujo su cabeza en el agua para ahogarse a sí mismo. La respiración ...
... comenzó a faltar y el rubio empezó a perder las fuerzas, sintió que la conciencia se iba y con ella el dolor de los recuerdos. Cuando Ricardo estaba por perder la vida y la corriente lo arrastraba, sintió como alguien lo tomó en sus brazos y comenzó a sacarlo de la superficie. Era Juancho que siguió al señorito hasta ese lugar y al ver lo que intentaba hacer se lanzó a salvarlo. Del río salió un joven moreno con brazos fuertes y anchos hombros cargando a un muchacho rubio empapado y desmayado. Juancho acostó a Ricardo en la hierba y vio que el señorito no reaccionaba. El moreno no sentía su respiración y para hacerlo volver tenía que darle respiración de boca a boca. Juancho sintió su sangre calentarse al unir sus labios con los del rubio, ese chico que le había gustado desde su llegada y que amaba en secreto sabiendo que él estaba demasiado alto para él. En esas circunstancias tan lamentables, el peón probaba los carnosos labios del señorito y luego de darle respiración boca a boca, oprimía el pecho del rubio para despertarlo. Juancho: vamos señorito. Abra esos ojitos lindos como el cielo. No me haga esto. Ricardo no reaccionaba. Juancho: despierte niño bonito, mire que yo no me perdonaría si se me muere. Usté tiene que vivir. Y finalmente, Ricardo reaccionó sacando el agua que había entrado por su boca y tosiendo volvió a respirar. Juancho abrazó al señorito en un impulso de felicidad. Ricardo sintió un calor en el pecho de Juancho. Juancho: gracias a la virgencita que volvió ...