Más Turbaciones
Fecha: 29/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... pillar nadie”, y con esa frase que me dijo, me hice una idea de que ella sabía que si nos pillaban nos la íbamos a cargar. No solo yo, sino sobre todo ella, o eso era lo que ella pensaba, que estaba haciendo mal y que si se enteraban sus padres la castigarían mucho. “Bueno”…, digo yo. “¿Me bajo el pijama?”, la pregunto, y ella con brillo en los ojos y sin dudar me respondió: “Sí, venga”. Como yo no soy vergonzoso, no me iba a costar, pero la primera vez con una que no sabe, y que encima es mi sobrina, y que encima es una niña pequeña que no sabe nada del tema, pues me lo pensé un poco…, pero la chica no tenía sueño y su intención era más de curiosear y de jugar. Vale, pensé yo. Jugaremos…, pero mi juego será distinto al de ella. Me bajé el pijama (un vulgar calzoncillo de tela) y ahí apareció mi pene, mis testículos y mi culo a la vista de mi sobrina. Ella sonreía nerviosa para sus adentros, para no hacer ruido. “¿Qué es eso?”, preguntaba por lo que me colgaba debajo del pito: “Mis huevos”, respondí, agarrándolos con las dos manos. Huevos XXXL, que no se habían visto claros en el programa de televisión. Ahora los tenía mi sobrina a su alcance. “Agárralos”, la dije, y en sus dos manitas abiertas posé mis huevazos para que los examinara, tocándome el escroto, agarrando cada huevo. Estaba impresionada, jajaja. Ahora me tocaba jugar a mi: La dije: “Agárrame el pito con una mano”. Ella obedeció. Con mi mano tiraba de la suya de modo que la mano de ella estiraba mi pito, y ...
... luego lo bajaba. Así iba subiendo y bajando el prepucio sobre el glande que empezó a aparecer y mi polla empezó a empalmarse. Eso sí que no lo había visto en la televisión, como mi polla se estaba convirtiendo en el Increíble Hulk. “¡¡¡Hala!!!”, dijo ella, y se quedó sin palabras. Al poco tiempo, ya tenía la polla en modo supremo; por supuesto, a ella le era imposible abarcar todo el tronco de mi polla, que había subido y estaba más dura que una viga de hierro. Es el momento cuando la expliqué la fisiología de los genitales masculinos, o se lo recordé, pues algo habían dado en clase de ciencias naturales en el colegio, pero, claro, sin tantos detalles como estaba dando yo ahora. La dije que me fuera pajeando suavemente (o sea, que subiera y bajara su mano sobre mi pene), y entonces, el que se lo estaba pasando bien era yo. La preguntaba si le gustaba mi polla, y ella contestaba que sí. Ante todo, quería cerciorarme que no hacía nada contrario a lo que ella quisiera. Nos dijimos ambos que aquel juego nadie debía saberlo, ni los abuelos, ni sus padres… Nadie. Es un juego solo entre nosotros dos. Como le expliqué cómo en mis huevazos se hacía la leche que luego saldría por la polla, al rato se lo comenté que estaba a punto de salir, y schweppsssss, chorrazo de leche disparado al suelo. Me cayó unas gotitas en mi ombligo, que limpié con mi dedo y luego me chupé el dedo diciendo “qué rica leche”, jajaja. “Hala, a la cama a dormir” Al día siguiente, como ya me conocía mi sobrina en ...