1. Esclavizado en un campamento de verano - (2)


    Fecha: 27/06/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... que había tirado al suelo… -¿Me puedes sacar unos calzoncillos y unos calcetines? -Nada de calzoncillos -me dijo cortante- y calcetines ya tienes -Pero están empapados de lefa de limpiar el suelo -le dije. -No es mi problema, y no se te ocurra ducharte con ellos puestos para limpiarlos o algo parecido, lo pienso comprobar-, dijo mientras cerraba con llave el armario, y terminaba de ponerse las zapatillas, - cuando estés, ya sabes, cierras y me bajas la llave, te veo en el desayuno. Salió de la habitación dando un portazo, yo caminé a cuatro patas hasta el baño como si me pudiera ver por un agujerito. Haciendo caso omiso de lo que me había dicho Roberto me quité los calcetines, que estaban totalmente lefados, los lavé como pude en el lavabo y los tendí en el colgador de toallas mientras me duchaba. Aproveché para hacerme una paja brutal, llevaba dos días a tope y fue el mejor momento que pude encontrar. Fue increíble, no duré nada, era tal la excitación acumulada que me corrí casi con las primeras sacudidas., quise hacerme otra pero oí voces a lo lejos que gritaban que todos al comedor. Salí rápidamente de la ducha, me sequé y me puse los calcetines lo primero que estaban totalmente empapados, quizás no había sido una buena idea, -pensé- salí del baño y terminé de vestirme con la ropa que tan descuidadamente había seleccionado Roberto para ir al comedor. -Hey, Marcos, aquí -me hizo una indicación, ahí estaba sentado ya en el comedor, en la mesa de las últimas veces, ...
    ... indicándome una silla que estaba a su lado. Creo que era la primera vez que me llamaba por mi nombre en los tres días que llevábamos de campamento. No me libro de él -pensé- tenía cierta gracia lo de la habitación, pero me apetecía también un poco de libertad y espacio para disfrutar “de otro modo” del campamento, que a fin de cuentas para eso había ido después de estar todo el año en el instituto. Cogí mi bandeja, mi taza, mis galletas, y me senté junto a él. -¿No tienes nada para mí? –me preguntó. -Sí, si. Metí la mano en el bolsillo rebuscando, el miró hacia abajo y cambió el gesto, no sabía por qué, pero empezaba a conocer que ese gesto no traía nunca nada bueno. -Toma, la llave, llévala tu, que a mí me pesa jejeje -quitándole importancia al hecho delante del resto de compañeros de la mesa. -Sí, mejor -dijo de forma, muy seca, definitivamente, le pasaba algo. En mitad del desayuno se le cayó “accidentalmente” la cucharilla, noté que había golpeado cerca de mi pie, y me ofrecí. -Espera, que te la cojo -No, no deja, deja, se me ha caído a mí Agachó la cabeza y noté cómo me agarró fuertemente los dos tobillos, concretamente el calcetín que asomaba por encima de las zapatillas. "Mierda -pensé- me dijo que no me los lavase, se ha dado cuenta". Traté de disimular, aunque di un respingo en la silla que llamó la atención. -¿Te pasa algo?, me preguntó una chica sentada a mi lado -No, no, perdona Roberto se incorporó con la cucharilla y procedió a limpiarla con la servilleta, no dijo nada, ...
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