La mejor proposición de mi marido
Fecha: 29/06/2018,
Categorías:
Intercambios
Confesiones
Autor: mariabv, Fuente: CuentoRelatos
... yo tenía la pollita de mi esposo en la boca Alberto sacó su miembro de mi dilatado coño y volvió a meter su cabeza en mi entrepierna, en esa ocasión empezó a lamer mi ano introduciendo parte de su lengua dentro, yo empecé a temerme lo que a continuación ocurrió. “Guapa, no aprietes los dientes ahora cuando te folle el culo no vayas a morderle la polla al cornudo de tu maridito”, yo fui a apartar la boca de la polla erecta de mi esposo pero Alberto me la empujó haciendo que me llegase a la garganta, la mantuvo así un rato mientras que me dio una guantada en el culo mientras decía “no se te ocurra sacártela de la boca”. Mi marido me había pedido en más de una ocasión metérmela por el culo y yo nunca le había dejado, y ahora un extraño en su presencia comenzaba a taladrarme por ahí, me fue muy difícil no apretar los dientes para no morder el pene de mi marido, el dolor al principio de la penetración fue tremendo, pero al poco rato se disipó, Alberto le preguntó a mi esposo si él me había follado alguna vez por el culo y juan le respondió la verdad, que jamás, entonces Alberto se retiró y le dijo: “Anda cornudo, fóllate el culito de tu mujer ahora que ...
... yo se lo he estrenado y se lo he dejado bien abierto”. Mi marido sacó la polla de mi boca y se colocó detrás de mí follándome por el culo, la diferencia de tamaño era tal que casi ni sentí cuando entró; mientras Alberto se colocó frente a mi cara masturbándose y le preguntó a mi esposo ¿Dónde quieres que me corra, te importa si lo hago en su cara o prefieres que lo haga en su boca?, Juan le contestó que después de habérmela metido por el culo mejor que no me la volviera a meter en la boca. “Mira cornudo, fíjate bien en esto que te va a gustar”, dijo Alberto mientras comenzaba a correrse de forma abundante cayéndome semen por todos lados de la cara; por la boca, el pelo las mejillas y hasta dentro de un ojo, mi esposo nunca había expulsado tal cantidad de semen y que yo recordase ninguno de mis novios de jovencita tampoco, Juan comenzó a jadear corriéndose dentro de mi culo. A los diez minutos nos despedimos de Alberto agradeciéndonos mutuamente el rato de placer que nos habíamos dado, no sin que antes mi marido le preguntase si tenía algún que otro amigo para complacerme cumpliendo otra de mis fantasías: el hacerlo con dos o tres hombres a la vez.