La chica del Boing
Fecha: 02/07/2018,
Categorías:
Masturbación
Tabú
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
... pubis contra sus mejillas traseras, y gozaba de su juvenil sonrisa gracias al espejo del tocador que teníamos delante.—¿Llevas mucho en esto? —le pregunté.—Casi un año.Mientras seguíamos conversando, compartiendo nuestros gustos, intereses y objetivos, yo gocé como nunca. Fue un momento agradable, de placentera plática e instantes de risas y miradas cómplices. Conectamos sobremanera.Cuando ella se levantó y yo quedé a la altura de su sexo, me sentí obligado a chuparle la panocha. La punta de mi lengua la tocó primero y luego la recorrió por toda la raja. Podía sentir algunos de sus vellos, que ya iban en crecimiento, raspar mi lengua. Le di franco chupetón al pliegue donde se escondía su clítoris. Se lo mamé con ansiedad, con deseo de hacerle un bien. Para ello me aferré a sus rotundas nalgotas. Estaban tremendas.Tras dejarla bien húmeda procedimos a la cama. Estaba por insertárselo de frente; pues no quería dejar de ver ese bello rostro y perderme de su preciosa mirada; pero la influencia de sus nalgas me hizo cambiar de opinión. Le pedí que se pusiera en cuatro y así clavé mi cara en ella. Entre ese par de adorables mejillas hechas para brindar el mejor de los placeres me perdí.Lamí cual helado esos bellos cachetes de carne. Brillaban por mi saliva. Ya no aguanté más, con la pinga bien erecta me dispuse a ir adentro. La metí con suavidad pues disfruté de su estrechez durante todo el trayecto. Seguramente que esta cualidad la hacía susceptible de una amplia cartera de ...
... clientes. Si ya de por sí ese enorme trasero era cosa de llamar la atención a plena vista, quien la conociera en la intimidad seguro que gozaría de tan virtuoso atributo.La bombeé suavecito, rico. Tomado de sus anchas caderas me sentía rey del mundo. Tenía delante de mí a toda una princesa, deseada por muchos, eso lo podría asegurar. Me sentía enormemente privilegiado.Ave María, por su parte no se quedó pasiva. Bajó las piernas de la cama y alzó la cola arqueando a la vez su espalda. Me la puso difícil, pues sentí que a esa altura ya no le llegaba, pero me esforcé.Luego ella misma subió una de sus rodillas a la orilla de la cama haciendo que la nalga respectiva se enfatizara más aún. Yo agarre ese gajo de carne; lo apreté con deseo y me atreví a darle un par de nalgadas que ella aceptó de buen grado. Seguimos copulando.Cuando tocó el turno a que ella estuviera sobre mí, Ave María tuvo total dominio. Sus vaivenes eran muy sensuales. No sólo los sentía en mi sexo y mi bajo vientre sino que lo podía percibir con mis manos que subían y bajaban por su espalda, cintura, caderas y nalgas. Todo su cuerpo se curvaba y eso me exprimía a mí. Cuando ella se giró y me montó al estilo de vaquerita invertida fue lo máximo. Si ya de por sí la visión de esas carnosas mejillas era suficiente como para exhalar hasta el último suspiro, más aún cuando ella las meneó de arriba abajo con total control.La vista de aquella tragazón que hacía de mi sexo era endemoniada. La boca vertical me lo devoraba hasta ...