Secretos sucios de una mucama
Fecha: 15/07/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... Carla le escupió los huevos, le re babeó el slip y le mordió la puntita sobre la tela, mientras Vivi le bajaba la colales hasta las rodillas. ¡abrime más las piernitas, que quiero ver cómo te mojás nena, y chupala más, bien chancha te quiero!, le dijo bajito, y cuando se acercó a mí, casi me infarto. ¡Marta, quiero que me chupes las tetas y te pajees preciosa, sí?!, fue todo lo que debí escuchar para que mi lengua entre en contacto con sus pezones erectos, con toda la fiebre de sus pechos generosos, dulces y tibios, y para que mi mano juegue en la oscuridad de mi jogging haciendo crujir a mi pobre vulva excitada con los masajes y arremetidas dedales que me otorgaba. Vivi jadeaba impaciente repitiendo: ¡oleme las tetas putita! Carla pajeaba a Sergio en el hueco de sus tetas y se la chupaba alternadamente. Cuando lo deseaba le comía la boca. Apenas la colales de la nena se deslizó hasta el suelo, Vivi me dio una tregua, apartó a Carla de su enamorado y la sentó en la mesa. Cuando vi su cabeza ingresando casi adentro de su falda supe que pronto la chica se retorcería de placer, y así fue entonces. ¡Marta, corré y sacale la lechita a ese pendejo, y vos gozá bebita!, dijo Vivi entre chupones y lengüetazos invisibles para nosotros por su falda maldita. Pero cierto era que le amasaba las tetas, le metía los dedos en la boca y, evidentemente degustó hasta su culito. Yo me metí de un bocado la pija a punto caramelo de Sergio, y en menos de 3 bombazos su semen recorrió mis comisuras ...
... nublándome la razón. Sus gemidos me regalaron un orgasmo fatal justo cuando sus dedos estiraban mis pezones como plastilina, y Vivi hacía lloriquear a la pibita diciéndole: ¡acabame toda, dame todo chiquitita, y no pares de coger, cogete a todos, dale guacha, que te vas a ir bien acabadita, y sin bombacha de acá! No los vi irse, pero sí vestirse con las caras llenas de satisfacción. Mis días eran un suplicio cuando no pasaba nada en la mansión, fundamentalmente por eso. Era demasiado para mí sola. Todos mis sentidos, mis músculos, mi presión arterial y mi decencia habían aceptado como normal y necesario cada uno de esos momentos. De hecho se me convirtió en un vicio. La tarde en la que vi a Viviana a los besos con una embarazada en su estudio, también me crucé en el pasillo de entrada a Malena cogiendo contra la pared con un treintón que la hacía chillar como nunca. Luego en el patio Diego se hacía mamar la verga por una primita lejana que andaba de visita, y en la cocina Solange estaba bajo la mesa, en musculosa y bombacha, rodeada de sus primos meta lamerle los pitos. No sé por qué, pero mi locura sexual me condujo al estudio de Guillermo. Entré, le preparé café mientras él trabajaba en la compu y cortaba un llamado. Me le acerqué como un perrito mojado, y cuando supe que me miraba lamí mi pulgar y dije sin ataduras: ¡quiero que me coja! El hombre peló la verga, se abrió la camisa y me invitó a arrodillarme para que se la chupe, le lama las bolas y las piernas. ¡sabía que ...