1. Por no pagar la cuenta


    Fecha: 17/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... agarró de un brazo y me llevó nuevamente al restaurante, diciéndome palabras soeces y amenazándome si no pagaba de manera inmediata. Afortunadamente en el restaurante ya no quedaban clientes, solo las dos meseras que estaban recogiendo platos de las mesas, pero para mi desgracia no llevaba conmigo ni una moneda, ni siquiera el reloj y tampoco joyas, ya que no las uso. Eso puso más furiosa a la doña, Teresa supe que se llamaba, quien le dijo a las dos meseras: Yo intenté protestar, pero antes de que pudiera hacer algo Angélica, la mesera joven y Sonia, la más veterana, me agarraron cada una de un brazo y me dijeron: A continuación me metieron en un cuarto pequeño con una cama grande en el medio y una luz tenue, donde dormía el vigilante que cuidaba el negocio en la noche. Salieron y cerraron con llave, dejándome muy preocupado, especialmente por lo último que dijeron y por la amenaza de doña Teresa de llamar a la Policía. Pensaba en las consecuencias que eso podía tener si se enteraban en la entidad donde trabajaba y además, en el trabajo que debía entregar esa tarde y en que por lo vergonzoso de la situación no podía avisarle a nadie. En esa situación me tuvieron como una hora o más, hasta que sentí que estaban abriendo la puerta del pequeño cuarto en que me encontraba. Me preparé para lo peor, para ver aparecer un agente u oficial de la Policía dispuesto a llevarme detenido, pero pronto comprendería lo equivocado que estaba… Al frente apareció doña Teresa, seguida de ...
    ... Angélica, Sonia y una mujer morena, bastante grande y acuerpada que no reconocí y que traía en la mano un cuchillo cocinero que más parecía una pequeña espada. Con voz fuerte y amenazante doña Teresa me dijo: Por lo último que dijo suspiré aliviado, pero no dejaba de sentirme intimidado por las cuatro mujeres, y especialmente por el enorme cuchillo que traía la tal Cristina. Entonces pregunté: Doña Teresa y las tres mujeres entraron al pequeño cuarto y cerraron con llave. Yo pregunté que qué iban a hacer. Angélica y Sonia se miraron y rieron. Me dijeron: por nosotras no te preocupes papito, preocúpate por doña Teresa y por la señora Cristina. Aunque seguía intrigado, poco a poco comencé a comprender a qué se referían cuando me trajeron al cuarto. Yo comencé a desnudarme, sin entender lo último que dijo doña Teresa. Sin embargo no me atreví a preguntar, por miedo a hacerla enfurecer. Angélica y Sonia también se desnudaron, mientras Cristina y doña Teresa observaban de pie. Cuando terminé de desnudarme, lentamente Sonia se acercó y me extendió un brazo, que observé excitado, ya que era muy suave y además bastante velludo, cosa que me encantaba por cuanto me hacía presentir una concha bien peluda, algo que siempre me ha gustado. Casi con miedo, cogí el brazo de Sonia y lo acaricié con toda la suavidad que pude y un extraordinario esfuerzo por controlarme, ya que la situación, el cuarto en que me encontraba y las cuatro mujeres que tenía al frente me tenían completamente asustado, ...
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