1. Por no pagar la cuenta


    Fecha: 17/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... aunque debo reconocerlo, también bastante excitado. En ese instante, Sonia empezó a acariciarme la mano. De reojo miré hacia Angélica, quien estaba en ese momento quitándose el ajustado pantalón que se había puesto luego de terminar su jornada de trabajo. Sonia cogió mi mano y la empezó a besar, mientras Angélica llegaba por mi espalda y me abrazaba, jugando con su lengua sobre mi oreja. Se me cerraron los ojos; noté una mano que empezaba a recorrer mi pierna, formando círculos que ascendían en busca de mi verga. Angélica me hizo levantar, con lo que quedó a la vista mi pene, que para entonces se encontraba completamente erecto. Vi a Sonia, con las pupilas dilatadas hasta el límite, mirar hacia ahí. Angélica me giró y comenzó a besarme en la boca. Yo busqué sus pechos y sentí sus pezones de punta y completamente duros. Sonia llegó por detrás y comenzó a besarme y acariciarme la espalda. Me abrazó y empezó a jugar con mis tetillas. Mientras tanto yo acariciaba los pechos de Angélica. De pronto Sonia cogió mi mano y se la llevó a su concha. Mis sospechas quedaron confirmadas: era bastante peluda y desde ese momento comencé a pensar en cómo luciría esa tremenda mata de pelos cuando la pudiera mirar de cerca, ya que la escasa luz del cuarto no me dejaba verla muy bien. La verga estaba que me estallaba. La erección que tenía me sorprendió a mí mismo. Si normalmente mi verga mide 18 centímetros, creo que en ese momento alcanzaba fácilmente los veinte. Además, escurría líquidos ...
    ... preseminales en abundancia. Sonia se acercó y cogió mi cabeza para dirigirla sobre sus tetas. Mientras las lamía, observé que Angélica se tumbó en la cama, abriendo sus piernas y dejando al descubierto una chocha que aunque no era tan peluda como la de Sonia, supongo que por lo más joven, en cambio se encontraba brillante, por los jugos que le escurrían hasta el mismo agujero del culo. - Eh, venid aquí, nos dijo a Sonia y a mí. Sonia la siguió rápidamente, y se sentó junto a ella. - Bueno, qué. ¿Te vas a quedar ahí parado?, me dijo retadora. Si quieres que te dejemos libre, primero nos vas a tener que lamer a cada una la panocha hasta que te corra la leche por la boca y te gritemos que no más. Solo entonces te dejaremos para que hagas disfrutar a doña Teresa y a la señora Cristina. Me acerqué a ellas. Me concentré primero en Sonia, para poder hacer realidad el sueño de verle la concha de cerca. Al fin lo logré, pudiendo observar realmente impresionado y excitado, que los pelos no solo subían hasta el ombligo, sino que bajaban hasta el culo, donde se arremolinaban en una selva impresionante. No terminaba de contemplar esa visión cuando Sonia agarrándome por la cabeza me clavó de narices en su encharcada selva. En ese momento me di cuenta que no iba a resultar muy difícil hacerla venir, por cuanto de su peluda y para mi gusto hermosa cueva ya manaban líquidos como de un manantial. Con la lengua empecé a abrirme paso entre esa maraña de pelos hasta alcanzarle el clítoris. Cuando le ...
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