1. Ir por lana y volver con el culo desvirgado


    Fecha: 05/08/2018, Categorías: Sexo en Grupo Bisexuales Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos

    ... y muy lentamente comencé la penetración —Si te duele, me lo dices y pararé —le garanticé y seguí, muy despacio, hundiendo la polla en aquel agujero todavía poco dilatado Apenas le había metido medio capullo, cuando Carlos soltó un grito de dolor y me pidió que pararse. —Pero no la saques —añadió—. Espera un momento. Y yo esperé casi un minuto. Cuando me pareció que Carlos se había habituado, continué penetrándole. Muy poco a poco, fui estrenándole el culo. Él se iba quejando débilmente. Cuando le había metido casi media polla, volvió a pedirme que esperase. Yo volví a parar y, cuando reanudé la sodomía (“Afloja el esfínter”), más que seguir profundizando, comencé un ligero vaivén follador. Carlos cambió sus quejas por resoplidos, mientras yo empezaba a disfrutar de su culo. Finalmente, le entré la polla entera. En compensación, agarré su cipote y me puse a masturbarlo. —Me siento raro —exclamó de pronto—. Muy raro. —Pero ¿te gusta? —le susurré al oído. —No sé... Es diferente... Me duele un poco... Pero está bien... En plan de tanteo, aumenté el ritmo de mi bombeo. Con decisión, le fui rompiendo el culo. Mi verga entraba abriéndose paso por su ojete hasta encajarse en el recto y entonces retrocedía restregándose entre las paredes estrechas de su canal anal, lo que aviva mi sistema nervioso con trallazos de un goce intenso. Un goce que aumentaba imparablemente a cada penetración. De súbito, Carlos se dio cuenta que era yo quien le hacía una paja y reaccionó sorprendentemente. ...
    ... —¿Te gusta pelármela? —me soltó en un murmullo. Pero no parecía indignarse, ni repudiar la situación. —Te lo dije: a Helena y a mí, nos gusta todo del sexo... Mírala... Mírala como se está calentando viendo cómo te doy por el culo... Fíjate en su chocho tan mojado... Helena se estaba masturbando con caricias sobre sus clítoris. Pero Carlos, de momento, sólo estaba concentrado en la lujuria de su cuerpo. —¡Hostia, tío! Si te gusta a ti... a mí también me gusta... ¡Hostia, tío, pajéame, pajéame...! —casi me rogó, entre “ayes” ahogados de dolor o de placer. Entonces, decidí follarlo cara a cara. Así que se la saqué del culo y le mandé que se tumbase en la cama de espaldas y frente a mí, que me había puesto de pie en el suelo. Luego, lo sujeté por las pantorrillas y lo arrastré hasta el borde del lecho hasta que quedó con las piernas colgando. Se las levanté, agarradas por los tobillos, y me las puse sobre mis hombros lo más separadas que pude. De esta manera, gracias a la altura del colchón, el culo de Carlos, con un ano algo abierto, algo dilatado, quedaba al alcance de mi polla. En esta posición, veía claramente la expresión temerosa de su cara. Le pedí a Helena que, por fuera y por dentro del ojete, le aplicase otra vez espray lubrificante. Lo hizo abundantemente, mientras yo no cesaba de recordarle a Carlos que se tranquilizase y que se relajase. Cuando me pareció oportuno, coloqué la punta de mi polla sobre su ano y, muy lentamente, se la fui metiendo en el culo. Tuve que ...
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