1. Coincidencias


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando vio que portaba. Se la entregué, disculpándome por tenerla un poco gastada, es que he marcado muchos goles con ella, así que estoy seguro que tú también marcarás un montón. Hacía mucho calor en aquel piso. El crío también vestía fresco, pantalón corto y camiseta de fútbol, del Arsenal. Le pregunté por qué los Gunners, ¿es tu equipo favorito? No, tengo más, ven, te las enseño, respondió tomándome de la mano para llevarme a su habitación dónde abrió un cajón de debajo de la cama para mostrarme orgulloso cerca de una docena de camisetas de equipos de primera línea. -Por diseño, mi favorita es la del PSG –contesté a la pregunta que me hizo –pero no es un equipo que me caiga demasiado bien. Mi equipo favorito de las que tienes aquí es el Ajax de Amsterdam. Me sorprendió que no tuviera ninguna camiseta de equipos de la Liga española, por lo que le pregunté por ello, además de interesarme por su equipo del alma. Como muchos niños barceloneses me respondió, del Barça, en tono extrañado, como si no hubiera más equipos en la ciudad. -¿Dónde la tienes? Lavándose, respondió su madre que nos observaba desde el quicio de la puerta con aquella sonrisa de pseudofelicidad adornada de orgullo cuando ves a tu hijo contento. Estuve en aquel hogar casi dos horas en los que Iván me explicó que las camisetas eran regalos de su tío, cada vez que viaja a una ciudad europea me trae una. También le pegamos cuatro chuts al balón en una amplísima terraza que tenía el mismo tamaño que el piso. En ...
    ... cada rellano había dos viviendas, mientras el ático solamente tenía una, por lo que la terraza ocupaba el espacio del segundo piso. Maite no perdía detalle, sentada en el sofá ladeada con las piernas dobladas debajo de las nalgas, sin perder la sonrisa ni un segundo. Acepté sediento el refresco que me ofreció pues el crío agotaba, hasta que abandoné el piso pues debo cenar e ir a trabajar. Ambos se despidieron de mí en el rellano, con la propuesta de repetirlo, agradeciéndome de nuevo el regalo. No le hubiera dado más recorrido a la relación con los vecinos, pues a diferencia de mi madre no soy dado a ello, si no hubiera vuelto a coincidir con Maite el lunes siguiente, de nuevo cruzando el portal. Yo entraba, volviendo de la facultad. Ella salía pues iba a buscar a Iván al cole. Aguantándome la puerta para que pudiera entrar, reiteró agradecimientos, con aquella amplia sonrisa de dientes perfectos. Pero la casualidad quiso que hora y media más tarde, dirigiéndome a entrenar, coincidiéramos de nuevo, esta vez Iván incluido, lo que me obligó a detenerme pues el niño quiso contarme cuántos goles había marcado con su nueva pelota y lo bien que iba. -Lo importante no es la pelota, es el pie que la chuta –respondí para hincharlo más aún, despeinándolo con la mano en un acto cariñoso de felicitación. -¿Vas a entrenar? –preguntó mirando mi bolsa de deporte. Asentí, anunciando que llegaba tarde. -¿Puedo venir a verte? Los niños tienen estas virtudes, dejarte con la boca abierta, sin ...
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