Coincidencias
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... mano. De la otra, tiraba de su hijo que no sé qué le decía de un juguete o del parque o algo por el estilo. No le estaba montando ninguna rabieta pero parecía que no quería volver a casa aún. Yo salía pues había quedado para comer con Pol, un compañero de la facultad, que me esperaba después de llamar al interfono para que bajara. Saludé sin intención de detenerme cuando oí, para acallar al crío, a Maite prometiéndole comprar el balón a final de mes, que ahora no le iba bien. Por respuesta se encontró con unos gemidos agudos reclamándole ahora, ahora, la quiero ahora. La mujer tenía cara de cansada, supongo que un niño percutiendo ha de ser agotador, y el hijo, Iván, parecía desconsolado. Normalmente no hubiera intervenido, pero sin saber por qué me detuve. Si todo el problema era un balón, yo tengo media docena en casa, así que le ofrecí uno mío. El niño paró de golpe el berrinche, mirándome curioso, mientras su madre me indicaba que no hacía falta aunque su triste mirada me agradecía el gesto. -Quiero el balón de la Eurocopa. Un niño me lo ha colgado en el parque –reclamó Iván afligido. -No te preocupes, te doy el mío. Esta tarde te lo subo que tengo muchos balones. -No hace falta, discúlpanos –intervino la madre mientras el crío insistía en que tenía que ser el de la Eurocopa 2008, un balón Adidas gris con grandes topos negros. -No me importa, de verdad. No lo uso. Lo que para mí había sido un gesto sin mayor trascendencia, de escasa dificultad, para la mujer supuso un ...
... alivio importante, que me agradeció profundamente, mientras su hijo brincaba. -¿Quién es la madurita? –preguntó Pol cuando salí a la calle. -La vecina del ático. El hijo ha perdido la pelota en el parque y se la estaba liando, así que le he prometido darle una de las mías. –Tampoco le dio más importancia, pero me miró sorprendido, así que amplié las explicaciones. –Se ha separado del marido hace poco y no anda fina. Parece buena tía así que no me cuesta nada. Luego subiré a llevársela. La mirada de Pol cambió drásticamente. -Así que la madurita se acaba de separar. Pues está bien buena, la tía. Aprovecha. -¡Qué va, tío! Si me debe sacar veinte años. -¿Y eso qué más da? ¿Has visto qué tetas? –Bufé, joder tío, siempre estás igual. –Además, ya sabes qué pasa con las divorciadas. Rima con desesperadas. Otro tópico más sobado que la pipa de un indio. Que si todos los hombres somos iguales, que si una divorciada es una gata en celo… ¿Cuál iba a ser el siguiente? ¿Que todas las mujeres son unas guarras menos tu madre y tu hermana? ¡Qué cansino! Preferí cambiar de tema. Llamé al timbre del ático a media tarde. Me abrió Maite embutida en un vestido de estar por casa, de una sola pieza, informal pero cómodo, ligeramente entallado, mostrando una bonita figura. Llevaba el cabello recogido en una cola y me hizo pasar, agradeciéndome que le regalara la pelota que sostenía en la mano, aunque no hacía falta, no debías hacerlo. Iván apareció al final del recibidor, sonriendo de oreja a oreja ...