1. El hambre con las ganas de comer


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Primera Vez Hetero Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos

    ... acercó las tizas para dibujar en la pizarra, y vi que era igual que el mío: azul, de plata, el más bonito que he visto. Y luego le pregunté por él, en el recreo, y me dijo que sí, y cuando le enseñé que yo también llevaba un Anillo de Pureza… si la hubiese visto sonreír, Padre… pero eso, no fue lo peor. -Hijo, ¿a qué te refieres? Que te guste una chica, y más una chica que parece tan buena como cuentas, no es nada malo, todo lo contrario… Bruno suspiró. Sí era algo malo. Al menos, por el modo en que su cuerpo se comportaba… no le iba a ser nada fácil contar aquello a don César. Era cierto que cuando vio su Anillo de Pureza, se puso muy contento, y ella también, los dos estaban hartos de que el resto del mundo les tomase por idiotas sólo por no practicar el sexo, pero cuando ella le dijo “¡qué felicidad encontrar a alguien como tú, un hombre que no piensa sólo en eso las veinticuatro horas del día… adoro a mi novio, pero a veces puede ser tan estresante!”. El Rubio se sintió avergonzado, porque él se aguantaba, ni siquiera se había tocado nunca, desde luego que no… pero eso no quitaba para que SÍ estuviese pensando precisamente en eso, durante las veinticuatro horas del día, y sobre todo con ella delante, que desde que le había echado la vista encima, sentía unas cosquillas “ahí abajo”, que todas las tardes, en cuanto llegaba a su casa, se ponía a hacer flexiones hasta que los brazos ya no le aguantaban, sólo para estar seguro de que, por muchas ganas que tuviera, no correría ...
    ... peligro de caer en ellas, porque tenía los brazos hechos gelatina y no podía moverlos para acariciarse… pero de todos modos, el que ella le admirase, era tan agradable, que no pudo sacarla de su error, por más que le hubiera dado la peor noticia imaginable, y es que ya tenía novio. Esa mañana había sido tan agradable dando la clase para los niños, estando cerca de la señorita Charito todo el tiempo… ella le miraba y le sonreía, y a veces se le quedaba mirando, de ese modo que miraba ella, como cuando esperaban en el cruce que él les cediera el paso (a veces Bruno les había hecho esperar un poquitín, sólo para disfrutar de la sensación de ser mirado por ella). Y en el recreo, habían hablado tan amigablemente, como si se conocieran de toda la vida, y Bruno tenía la sensación de que era así. Nunca se había sentido tan cómodo hablando con una mujer, tenía la sensación de que a ella podía contarle todo, o preguntarle todo… y parecía que ella también, porque adoptó un tono confidencial y le preguntó con mucho tiento si él, además de ser virgen, respetaba la promesa en su totalidad, es decir que no… no se tocaba. Bruno se rio ligeramente y contestó que no, no se tocaba tampoco, y ella le miró con auténtica admiración, y le confesó que no lo habría creído posible de un hombre. Con las mismas, Bruno le preguntó a ella si ella tampoco… y Charito se puso encarnada como una cereza, y confesó que tampoco lo hacía. Que había días que le costaba más que otros, que a veces, cuando se ponía ...
«12...567...19»