1. El hambre con las ganas de comer


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Primera Vez Hetero Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos

    ... un pantalón un poco ceñido, sentía cosas muy raras que le hacían temblar el estómago… pero se contenía. “No me siento mejor que nadie por mi promesa, ni tampoco más desgraciada, ni nada así… simplemente, elegí la virginidad”, había dicho, y él asintió, entendiéndola. A la hora de la salida, otras dos profesoras habían acompañado a los niños, porque él había venido de uniforme para que los niños le vieran de policía (sobre todo Kostia, que había dicho como doce veces que quería ser policía cuando fuese mayor), y tenía que cambiarse, no estaba de servicio, y Charito propuso esperarle. En un principio, él se negó, pero ella insistió, ya que había sido tan amable de venir y quedarse con los niños todo su día libre, qué menos que esperarle y acompañarle hasta la puerta… -Y… y cómo sólo era cosa de quitarse el uniforme y ponerme los vaqueros y un jersey, pues… - estaba explicando Bruno en el confesionario. -¿Pues qué, hijo mío? -Pues… que le dije que no hacía falta que saliera. Que con que se volviera de espaldas, bastaba. No caí en el espejo, Padre, le juro que no caí que había un espejo… pero creo que ella me estuvo mirando mientras… -Estáis jugando con fuego. Los dos. Y cualquiera diría que tenéis doce años…. – el Padre César se rió por lo bajo, pero el Rubio estaba pesaroso por aquello. Estaban en el baño de profesoras, porque era el que quedaba más cerca del aula de infantil, y como a esas horas, ya no lo iba a usar nadie… y él se sintió como una especie de depravado cuando ...
    ... le dijo que no hacía falta que saliera, y ella debió sentirse más o menos como lo mismo cuando simplemente se volvió, y se quedó mirando al espejo. Bruno no pudo evitar preguntarse, ¿qué habría sentido ella al verle quitarse la guerrera y la camiseta de manga corta, y los pantalones, y quedarse sólo con los calzoncillos de cuadros rojos…? Ella le estaba mirando, lo sabía bien, porque lo había notado, se había sentido observado, y había girado la cabeza por instinto, y se había sentido relajado cuando la vio de espaldas… pero le dio un vuelco el corazón cuando vio su reflejo en el espejo, y el rostro de ella, sonrosado y con una sonrisilla de pícara curiosidad. La joven volvió la cara de golpe, mucho más roja ahora, y él también se dio la vuelta, para que no viera que también estaba sonriendo. Los dos fingieron que no había sucedido nada. Y lo peor llegó entonces, cuando salieron juntos de la escuela. Bruno iba ya de paisano, pero conservaba la placa en el bolsillo del vaquero y el arma en la funda sobaquera, jamás se desprendía de una o de otra, ni siquiera cuando dormía. Llevaba en una bolsa de deportes su uniforme, y Charito caminaba junto a él, mientras el Rubio pensaba lo maravilloso que sería poder tomarla de la mano, o hasta echarle el brazo por los hombros… y luego atraerla hacia sí, y sentir su aliento en la cara, y besarla… estaba tan ensimismado, que ni oyó al tipo, hasta que fue demasiado tarde. El atracador pasó por el lado de Charito, agarró el bolso y metió un ...
«12...678...19»