1. El hambre con las ganas de comer


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Primera Vez Hetero Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos

    ... tirón, casi la arrastró al suelo, y salió corriendo. Bruno reaccionó por inercia, corrió tras él y le gritó: -¡ALTO, POLICÍA! ¡ALTO! – su voz atronó la calle, pero el tipo no se detuvo, y Bruno no se lo pensó, ni dio un segundo aviso, directamente sacó el arma y abrió fuego. -¡AH….! – un chillido de miedo, y una sirena policial. Aunque él libraba aquél día, había otra patrulla allí mismo, Bruno sacó la placa, con el corazón acelerado por la breve persecución, y sobre todo, por el disparo. Él había disparado siempre contra coches, JAMÁS contra una persona. En otro tipo de situación, pensó para su propio asombro, no lo hubiera hecho, le hubiera alcanzado corriendo y le hubiera tumbado sin ningún problema, él podía alcanzar corriendo a cualquiera… “Pero le ha quitado el bolso a la señorita Charito, y casi la tira al suelo”, pensó. Se volvió, y la vio. Charito estaba agachada en el suelo, con las manos en los oídos y mirándole con carita de espanto. -Hijo… ¿me estás diciendo que, en mitad de la calle, trotando, sin mirar si había gente inocente por medio y sin pedir más explicaciones que “no se detuvo cuando se lo ordené”, le pegaste un tiro a una persona….? – quiso precisar el Padre César. -Eeeh… bueno, sí… ¡pero era culpable, padre, llevaba ya cincuenta y dos detenciones por robo, asalto a mano armada, atracos, conducir bebido…! ¡Y además, yo sé dónde apunto, y cómo tiro! La calle estaba vacía del todo, y sólo le rocé el hombro, sólo quería que se detuviese, nada más… Ahora ...
    ... le garantizo que antes de volver a pegar un tirón, se lo va a pensar… pero es que lo peor, no es el disparo, padre. -Ah, ¿lo peor que hiciste, no fue pegarle un tiro a un hombre, condenarle sin juicio y correr el riesgo de matarle? ¿Lo peor, no fue dejarte llevar por la pasión y la ira hasta el punto de atentar contra la vida de un semejante…? ¡Explícoteate! -Pues… lo peor es que cuando me volví, y la vi allí… agachadita en el suelo, tapándose los oídos, toda asustada, y mirándome con… con esas chispas que tenía en los ojos… como si le hubiera salvado la vida, padre… parecía… parecía tan pequeñita, tan pobrecita, tan frágil… como un pajarillo caído del nido… Bueno, el caso es que a mí nunca nadie me ha mirado así, y… bueno, pues… en fin, me sentí muy bien, la verdad… fue… fue alucinante, fue… bueno, pues…. -“Bueno, pues”, ¿qué? -Bueno, pues, que…. Que me trempé como un burro. -¡Pero bueno, hijo! – se indignó, escandalizado, el padre César - ¡¿Pero qué manera de llamar a las cosas es esa, y en la casa de Dios!? ¡Sólo esa burrada te va a costar veinte avemarías, a ver si te limpias la boca! No puedo creer que besaras a tu madre con la boca tan sucia…. – don César sacó un momento la cabeza del confesionario, comprobó que la iglesia estaba desierta, y susurró – Bruno, esto ya no te lo digo como sacerdote, sino como... ese secreto que sólo tú yo sabemos… ¡qué bruto eres, hijo mío! -Lo siento, papá… - susurró Bruno, de forma casi inaudible. – Es que, no sé decirlo de otra manera… ...
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