El hambre con las ganas de comer
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Primera Vez
Hetero
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
... -¡Pues se dice “reacción involuntaria de tu cuerpo… tentación visible…”! A las malas-malísimas, que has tenido una erección espontánea, pero no esa expresión tan soez… - Don César miró la cara de Bruno, compungido y dolido por el deseo que le atormentaba, y se calmó, recordándose a sí mismo que también a él le correspondía doblegar el genio y mostrarse caritativo y clemente. – Hijo… podría decirte lo que me dijeron a mí. Que te alejes de esa mujer que te empuja al pecado… pero no sería cierto. Esa joven no tiene ningún interés en empujarte al pecado, eres sólo tú quien desea pecar, ella nada más que ha sido puesta en el mundo por Dios, igual que tú, yo, y que todos. Podría decirte que rezaras mucho y atormentaras tu carne para hacer penitencia, pero eso no sería más que esconder la cabeza en la arena… tu penitencia, para esa chica en concreto, que las trampas al dominó, la ira y la boca sucia van aparte, consiste en que te enfrentes a ella. Tienes que ir, y decirle claramente lo que sientes por ella. -¿Que me… me está diciendo que me tengo que declarar? -Sí, eso es exactamente lo que te estoy diciendo. -Pero, padre… ¡ella ya tiene novio! -¿Y su novio, es un buen chico? -¡NO! – contestó Bruno, casi sin dejar a Don César acabar la frase – Es un cretino, un machista, un retrasado mental y un gilipollas. -Pues tú mismo te has contestado. Bruno, hijo… tú no eres alguien que dé la espalda a los problemas, sino que los encaras, siempre lo has hecho. Siempre has sido muy valiente, ...
... pero hasta ahora, has probado tu valor con delincuentes, granujas, ladrones y criminales, pero nunca con el amor. La promesa que le hiciste a tu madre, te ha servido para ocultarte tras ella, para no enfrentarte nunca a una mujer, a una relación y a todo lo que conlleva… es posible que el Señor quiera que pruebes tu valentía también en ese aspecto. Y yo sé que no le vas a defraudar, como no lo has hecho nunca. – Bruno resopló. No se tenía por un cobarde, pero sólo pensar en hablar con la señorita Charito hacía que le temblasen las rodillas. Sin duda don César tenía razón… tenía que ser valiente también en esto. El párroco despachó el resto de pecados con severas advertencias hacia el mal genio y la ira, una disculpa formal para el hombre al que había disparado, admisión de la trampa delante de Andrés e invitación a dos rondas de cervezas, y cincuenta AveMarías. Cuando Bruno salió del confesionario, don César salió con él y miró una vez más que no hubiese nadie cerca. – Y de paso, a ver si te acercas un poco más a ver a tu viejo… que sólo te dignas aparecer cuando quieres una absolución. Bruno asintió, incómodo. No le hacía gracia que le recordasen que era el hijo bastardo del cura, pero la verdad que tenía un cariño bastante aceptable por don César, tanto como padre espiritual, como biológico. Ojalá hubiera sacado él sus ojos azules, en lugar de los marrones de su madre… -Bueno… - quiso decir que iba a cumplir su penitencia, pero las palabras no le salían, y de todos modos, don ...