El hambre con las ganas de comer
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Primera Vez
Hetero
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
... César no necesitaba tampoco oírlas. -Bendito seas, hijo mío. – susurró el sacerdote, con una sonrisa paternal, y Bruno se agachó para que le besara con cariño en la frente. – Que Dios te acompañe. – Bruno abandonó la iglesia retorciendo la gorra de puros nervios, mientras su padre le veía marchar con orgullo. ************ Bruno conocía bien la casa. El pueblecito de la sierra donde vivían no era grande, todo el mundo se conocía, y la policía más aún, así que sabía bien donde vivía la señorita Charito, en una casita blanca con rejas, que tenía un jardín muy chiquitito en la parte de atrás, lo justo para poner una tumbona y una mesita con dos sillas, y la casa tampoco era muy grande, pero como era para ella solita, no era preciso más. Había comprado un ramo de rosas rojas. La verdad que no tenía muy claro para qué, pero tuvo la impresión de que harían buen efecto. Iba vestido con el uniforme de gala, con guerrera de botones, pantalones muy bien planchados con la raya negra los costados, y la gorra blanca, y los guantes, y sus galones de sargento. Bueno, no era más que doblar la esquina y echarle valor al asunto… dobló la esquina y quiso morder el guardacantón. Su novio estaba con ella, frente a la puerta, y ella lo abrazaba con fuerza, casi con desesperación. Bruno se ocultó de nuevo, y se sintió estúpido y rabioso. ¿Qué cuernos hacía él allí, si ella no le quería, si ella estaba ya con otro? Con rabia, destrozó las flores y las arrojó al suelo, pero no se marchó, se quedó ...
... oculto en la esquina, para ver qué les oía decirse…. -Piénsalo bien, y sobre todo, piénsalo pronto, ¿vale? – le decía él. Serafín, creía que se llamaba – No es nada del otro jueves, no significó nada… contigo, será distinto. Pero no puedo estar esperándote toda la vida, tienes que ponerte en mi piel. Piénsalo, y… ya sabes que no soy muy paciente, cariño. Puedo esperar dos, tres días… pero no dos meses, ¿vale? – se oyó un chasquido, un beso sin duda, y Bruno tuvo ganas de estrangular a alguien. El tal Serafín echó a andar, y le vio alejarse, sin mirar hacia él. El Rubio le miró con odio, si las miradas matasen, el novio de Charito hubiera caído fulminado en aquél mismo instante. Bruno hubiera querido marcharse de allí, meterse en su gimnasio y liarse a guantadas con el saco de arena sin ponerse los guantes, hasta destrozarse los nudillos… pero los sollozos que oyó, le hicieron hacer exactamente lo contrario, esto es, que sin pensar ni qué iba a hacer o decir, dobló la esquina y corrió a la puertecita metálica de la casa de Charito. La profesora estaba sentada en los escalones blancos de su casita, llorando, tapándose los ojos con una mano, vestida con una blusita blanca salpicada de florecitas azules y unas mallas de color azul celeste. Tan bonita y tan triste, parecía un hada, o… o un ángel. -¿Señorita Charito…? – musitó, y la joven se sobresaltó, limpiándose de inmediato la cara, los ojos violetas llenos de estrellas. – perdóneme, no pretendía asustarla… sólo quería verla, ¿ha ...