1. Las mejores maestras


    Fecha: 26/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... santiamén. Eso era lo que yo buscaba. Compré 3 botellas. Ahora si que me dirigía hacia mi cita con mi hermana, con cara de satisfacción. A las 20.00 ya estaba yo, bajo su piso. Llamé al timbre. Nada. Volví a llamar. Nuevamente nada. Ya estaba por irme a dar una vuelta, cuando al girarme, me la encontré que llegaba cargada con bolsas de la compra. Me extraño, que no hubiese gritado mi nombre al verme. Me acerqué y le dije: Yo- Que pasa? Pues si que te hace ilusión verme! Mó- Dios mío hermanito! De verdad eres tú? No te había reconocido! No te lo tomes a mal! Es que desde la boda de Mireille que no nos veíamos. Has cambiado mucho! Joder! Ahora si eres todo un hombre. Te ha sentado bien el ejercito! Me agradó mucho, oír ese comentario de boca de mi hermana. Ella me miraba muy sorprendida. La verdad es que mi cuerpo había cambiado bastante desde la última vez que nos habíamos visto. Nos abrazamos y nos dimos 2 besos. Al estar entre sus brazos, sus enormes tetas se aplastaron contra mi pecho. Tenían que ser mías! La ayude con la compra y subimos hasta su piso. Mónica no paraba de hablar. Se notaba que estaba contenta de verme. Me preguntaba montones de cosas. Lo típico; que que tal todos? Que que tal me lo había pasado en Zaragoza, etc, etc. Mientras hablábamos, íbamos guardando las cosas compradas. Yo puse 2 de las 3 botellas de vino blanco peleón (jejeje, o eso esperaba) a refrescar en la nevera. Pasados unos minutos de conversación, me dijo: Mó – Vén conmigo, te enseño donde ...
    ... está tu cuarto. Y no te preocupes, puedes pasar aquí todo el tiempo que quieras. Me hace muy feliz que estés conmigo. Tu ve sacando tus cosas; mientras yo aprovecharé para darme una buena ducha y luego ponerme algo más cómodo para la cena. Tienes tanto que explicarme! Y dándome un nuevo beso en la mejilla, salió de la habitación camino de la suya. A los pocos minutos, empecé a oír correr el agua de la ducha. Un temblor me corrió por la espalda. A unos pocos metros de mí, la mujer que yo más he deseado y deseaba de este mundo, estaba desnuda. Sus enormes pechos cálidos, su húmedo coñito y su culo estaban casi a tocar de mi mano, bajo el agua. Tan solo nos separaba la puerta de la habitación y la del baño. Con este pensamiento en la cabeza (y ostentando una enorme erección) abrí la puerta del cuarto que yo ocupaba y dirigí mi mirada hacia la puerta del baño. Mi corazón casi se detuvo en seco. La puerta del baño, no estaba cerrada. Tan solo se encontraba entornada, Imaginé que la costumbre que tenía mi hermana de moverse libremente por su casa, le había hecho olvidar que yo estaba ahí. Me fui acercando poco a poco a esa puerta, que parecía llamarme. Di una rápida ojeada y mi vista se posó en el espejo del baño. Gracias a que el lavamanos (y por lo tanto el espejo) estaba a bastante distancia de la bañera, el espejo no se empañaba. Supongo que también ayudaba el hecho de que la bañera (y la ducha) tenían mampara y que la puerta del baño no estuviese cerrada. Me quedé fascinado. Mi ...
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