1. LA ROCKOLA


    Fecha: 28/08/2018, Categorías: Hetero Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues

    La escribanía me está yendo de maravillas y al ser soltero puedo darme varios lujos LA ROCKOLA La escribanía me está yendo de maravillas y al ser soltero puedo darme varios lujos, tengo pinta, tengo dinero, soy joven, qué más puedo pedir? Vivo en un piso en uno de los edificios más cotizados de la ciudad y mi estudio está a media hora de viaje. No pienso formar pareja por el momento, mujeres no me faltan, si puedo tener muchas, para que atarme a una? para qué buscar complicaciones? Podría contar interesantes historias, no soy el típico fanfarrón que se las sabe todas, pero las damas para mí solo son sinónimos de una noche de buen sexo. Solo una joven tocaría mis sentimientos, esa es la historia que deseo contarles. Fines de Marzo, por acá entrando el otoño, esa época que uno se despide del verano y casi sin darse cuenta todo se vuelve gris. Las hojas ya se amarilleaban en los árboles, pronto secarían y harían esas montañas en el piso, esa que cruje cuando uno las pisa, esos días que a pesar de todo uno puede disfrutar esos últimos días de calor, con un tanto de nostalgia por lo que se está terminando. Como era para mí una costumbre esa tarde, al salir del trabajo me monté a mi moto de alta cilindrada para retornar a casa dejando el saco en la oficina, puesto que hacía demasiado calor. Tomé el camino de la costanera y paré en un bar de paso, en el que ya era cliente, todos los días la misma rutina, descansar, mirar un poco el río, aflojar tensiones, tomar una fría cerveza, ...
    ... mirar el entorno, y a seguir camino, pero esa tarde… Estaba sentado a la mesa, poca gente, cuando ella apareció, no podía creer lo que veían mis ojos, una morena bastante alta, de cabello renegrido, recogido y atado fuertemente como una cola de caballo, de tez bronceada, su físico fue lo primero que me atrajo, al verla entrar sus pechos me absorbieron, con una remera ajustada blanca que no llegaba a su ombligo, con un profundo y amplísimo escote por el que dos tetas enormes parecían escapar, pero eso solo era el principio, un cuerpo que parecía dibujado a mano, bajé la vista, unas calzas negras brillantes se pegaban de tal manera a su piel que parecía haber nacido con ellas, marcándole una concha regordeta de amplia raya, era un ángel del infierno, su armonía física era increíble, su cintura, sus caderas, perfecta, era perfecta. No pude sacar los ojos de ella, como atontado, e incrédulo, porque a decir verdad su vestimenta no era acorde al lugar, ni a la hora, no hacía falta semejante exposición física. Ella miró el entorno y sin más se dirigió a la rockola, puso una moneda y pronto comenzó a sonar ‘The Jack’, de AC-DC, y su cuerpo a seguir el ritmo del tema. Los contados casuales espectadores estábamos atónitos, no perdí tiempo, llamé al mozo y le pedí que le acercara una cerveza bien fría, al recibirla ella inclinó el rostro hacia mi lado y me guiñó el ojo como gesto de agradecimiento. Pero no solo eso, se movió hacia un costado, siempre sobre la rockola, asegurándose que su ...
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