El intrincado mundo de la sumisión
Fecha: 28/08/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Dominación
Autor: OscarVilla, Fuente: CuentoRelatos
... que uno entrase, sin avisar, en la vida del otro. Además, estaba seguro de no poder suplantar la personalidad de su mujer. Pese a todo, impulsado por un deseo de saber, respondió a la pregunta de la forma más ambigua que pudo. - Buenas noches. Perdona, no te entiendo. La persona que estaba al otro lado de la conversación tras relatarle brevemente algún dato sobre su identidad, añadió. - Si, en lo de la sesión de la que hablamos el otro día. No supo que contestar. No sabía a qué se refería con aquella pregunta y mucho menos que quería decir al referirse a una “sesión”. Hizo un silencio que fue como una losa que pesó sobre la noche. Su interlocutor rompió la abstracción. - Tengo sitio ya y he buscado todo lo necesario así que cuando quieras te inicio. Se dio cuenta que se había equivocado al responder aquel mensaje pues sería fácil para ella saber que alguien la había suplantado y eso le obligaría a dar muchas explicaciones. Por ello, sin más, dio la conversación por terminada sin siquiera despedirse. Antes de cerrar quiso indagar un poco más. La curiosidad, esa mala compañera que a veces se cuela sin pedir permiso, había hecho acto de presencia. Abrió la sección de correos recibidos y comenzó a desentrañar los secretos más ocultos de su mujer. Uno a uno, fue leyendo y releyendo todos y cada uno de ellos y así fue descubriendo una faceta de la personalidad de su mujer que ni si quiera se imaginaba. Aquella mujer que había conocido muchos años atrás tenía fantasías de ...
... sumisión. Durante más de una hora desentrañó todos aquellos ocultos secretos contenidos en los mensajes. Con ello supo que su mujer ya se había sometido a más de una sesión con diferentes hombres, sometiéndose a prácticas desconocidas para él y que se le antojaron aberrantes. El peor de todos los momentos de aquella velada lo vivió cuando en un correo, con archivo adjunto, encontró una foto de su mujer, desnuda, con la boca tapada y colgada de una cuerda por sus manos. Pese a todo hizo una copia de aquella foto que guardó en su lápiz. A punto estuvo de regresar a la habitación y despertarla para pedirle explicaciones. Sin embargo no lo hizo. Tras dar lectura a todos aquellos correos regresó a la ventana para que el aire de la noche le devolviese la tranquilidad perdida. Tardó varios días en hacerle mención de lo que había leído. De hecho no lo hizo hasta bastante tiempo después de aquella tarde en la que tomó la decisión de seguirla. En uno de los correos había leído una invitación para una sesión en una casa de las afueras, precisamente el día en que semanalmente su mujer acudía al gimnasio. Su trabajo, de mañana y tarde, le impedía estar en casa una buena parte del día, sin embargo aquella tarde se la tomó libre. Tras salir de su domicilio a la hora habitual se dirigió al punto de cita que había leído en el correo. Se ocultó todo lo que pudo para ver sin ser visto ya que aquella casa, por su ubicación en un lugar aislado, lo permitía. Faltaba más de una hora para la convenida. Sin ...