Acabame donde quieras que soy barata
Fecha: 30/09/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Así decía un afichito onda cartel que mi hermana Martina pegó en la pared de casa, un domingo como cualquier otro. Era vistoso, prolijo y llamativo. Lo veía todo aquel que caminara por la vereda, ya que estaba pegado junto a la ventana que da a la calle. Ese domingo, mientras desayunábamos empezó a desvariar con sus fantasías. La noche anterior no pudo salir al boliche como lo había planificado con sus amigas, y entre tostadas y jugo de naranja me desafiaba. Según ella, yo no creía que fuera capaz de hacerlo. Pero lo hizo la cabrona! Tenía ganas de ponerse en la piel de una puta. Por eso escribió ese cartelito, se vistió con un mini short plateado, un corpiño rojo que no llegaba a cubrirle los pezones y con unos tacos altos. Se maquilló más o menos, se puso perfume, se hizo una trenza en el pelo y se sentó a esperar a su primera víctima, la que no tardó en tocar el timbre. Era el Ricky, un pibe que todos los fines de semana nos corta el pasto y limpia la vereda. Corrí para abrirle, con la idea de que Martina recapacitara. Si bien mi madre no estaba, y yo no me oponía a que goce todo lo que quiera del sexo, temía por que su plan se le fuera de control. Abrí la puerta unos centímetros para decirle que por esta vez no lo íbamos a necesitar. Pero él me preguntó con los ojos desorbitados: ¡che, qué onda ese cartel?! Mi hermana apareció detrás de mí, y entonces su tozudez me hizo abandonar todo intento de protegerla. ¡querés entrar y hacerme cositas sucias?!, la escuché decirle ...
... cuando yo guardaba las cosas del desayuno. El Ricky no lo pensó dos veces. ¡qué te hago papi?!, averiguó Martina, y el pibe se bajó el cierre del jean. No podía creer en la rapidez con la que Martina se sentó en el suelo del recibidor y se la empezó a chupar como una desesperada. Es una genia haciendo petes la guacha! Sabe lamerla bien, darle besitos, escupirla, pajearla entre sus labios abiertos, olerla, pegarse en la carita y saborearle los huevos con esa lengua asesina! Todo eso le hizo en unos minutos intensos y profundos, mientras le preguntaba como una desquiciada: ¡¿dónde me querés acabar guachito?! El pibe repetía: ¡en esas tetitas mami, te la doy toda en las gomas! En un momento me puse en mi rol de hermana mayor, y le grité desde la cocina: ¡ojo Martu, no seas tan trolita nena, y no te la tragues… que te acabe afuera! Ella jadeaba encima de la pija perfecta del pibe, porque, no era una cosa imponente, pero para su boquita estaba más que bien. Me sentí una tonta cuando me dijo: ¡callate nena, y dejame gozar con esta verga riquísima! Y volvía a comérsela de a sorbitos. Cuando supo que al pibe le faltaba poco para terminar, Martina ubicó esa pija ensalivada entre sus tetas y el corpiño, se movía rapidito y le daba calorsito a sus huevos con las palmas de sus manos diciendo: ¡dame lechita, dame toda la leche en las tetas turrito! Tuve que sentarme para recomponerme luego de ver el estallido de la leche del flaco en las tetas de mi hermana, y luchar para no excitarme al ...