El camino con mis hermanos y hermanas
Fecha: 09/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... limpiecito y perfumado. Puedo dar cuenta de ello porque fueron muchas las veces que me acerqué y lo constaté. Si se agachaba más se le salía un bollo de cuca, con una raja de fantasía y unos labios siempre abiertos y aleteando como una mariposa. A los seis años no sabía porque me gustaba tanto olerle la cuca a Inés, y se me pillaba en el acto me enterraba mi nariz de loro en la raja y me la frotaba suavemente. Inmediatamente se me paraba el chaparrito y a Inés se le alegraba el día. “¡Hay! gracias amorcito”, me decía, “¡que galán!” Con el tiempo yo buscaba a Inés mientras limpiaba su cuarto o lavaba ropa, alejada de la vista de los demás, para olerle la cuca y esperaba con ansiedad que me enterrara la cara en esa jugosa ciruela. Aunque se hacía la loca, para que yo pensara que era un castigo, poco a poco fue extendiendo el tiempo en el que se metía mi nariz en la raja y finalmente una día me pidió que le lamiera el culo. “Saca la lengua”, me dijo mientras mantenía mi cara envuelta en sus grandes labios, “y busca metérmela por el culo, por favor, cariño”. Inés se fue arrodillando y con cuidado de no aplastarme, abrió las piernas separando las rodillas. Yo estaba en el suelo, boca arriba con mis piernitas saliendo por las nalgas de Inés con la cara en su coño y la lengua afuera, pero no le llegaba al hueco del culo. Me empujó la cara hacia atrás abriendo más aún las piernas y echando la cadera hacia adelante, ¡esto era de locos! la cuca se le abrió y el hueco del culo se ...
... acercó mientras se abría también. Ahora podía deslizar mi lengua dentro de ese orificio pulsante que me la quería atrapar. Si empujaba la lengua al hueco, se extendía y si la sacaba se apretaba buscando que volviera a entrar. Se me fueron los tiempos a medida que los labios me masajeaban la cara y yo entraba y salía del culo. Inés, con mucho cuidado y delicadamente, pero a su vez con firmeza, me agarró la cabeza jalándola para llevar mi boca dentro de su pepa. Con mi nariz frotaba su clítoris, mi lengua le lamía sus labios y mi pito estaba que silbaba y echaba chorritos de un líquido transparente y pegajoso, con los brazos me agarraba de las nalgas de Inés y mis piernas me temblaban. De repente se me inundó la boca, se llenó de una exquisitez con un fuerte sabor amargo, pero sabroso, no dudé en tragármelo y seguir ordeñando con mi lengua, pidiendo más de aquello. Mi pinga estaba reventando de dura, parecía que le quería crecer la cabeza que le faltaba. Fueron varias las descargas de placer de Inés y casi ahogado, yo quería más, pero Inés empezó a gemir, como lo hacía cuando se la cogían, pero esta vez sonaba más encantador, más real, se estaba relajando de placer. Sin soltar mi cabeza, Inés se fue echando hacia atrás mientras me jalaba hacia adelante y se agachaba para meter mi cara entre sus enormes tetas y apoyar sus majestuosas nalgas en mi barriga. Aunque todos estaban de acuerdo que mi chaparro era muy largo, en especial a mi corta edad, solo llegaba a rozar el culo de Inés y ...