Mi tío Juan
Fecha: 12/10/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
En mi unida familia, tomamos por costumbre ir de vacaciones juntos todos los veranos. Al principio, no había problemas, mis padres y mis tíos se divertían por las noches, mientras mis primas y yo dormíamos. Pero "las niñas" crecimos. Y ese verano la vigilancia sobre nosotras (pobres adolescentes repletas de hormonas) aumentó considerablemente. En la playa nos dedicábamos a ligar con los más sexys en bañador, hasta que mi padre y mis tíos los ahuyentaban. Así estábamos: con nuestros sensuales cuerpos semidesnudos, intentando apagar la curiosidad que producía en nosotras el sexo opuesto. Yo, que soy la mayor (entonces tenía 16 años) ya había practricado el sexo (alguna mamada, alguna paja, algún polvo rápido y no muy satisfactorio...) con algún afortunado chico de mi edad. Pero los que me interesaban, en realidad, eran los hombres maduros. Con su experiencia, su voz ya cambiada y sus pocas eyaculaciones precoces. Y, de entre los maduros, mi tío Juan. El marido de mi tía Susana (la hermana menor de mi madre). No era para menos. Bombero de profesión, tenía el cuerpo duro, fuerte, tan moreno... Y un paquete que no pasaba desapercibido. Así que me tocaba otro verano de tortura, verle y no poder tocarle, chuparle,... ¿o no? La verdad es que no tenía demasiadas oportunidades de estar con él a solas. Mi tía no era tonta, y aunque pensaba que sólo era un capricho inocente, no le dejaba ni a sol ni a sombra. Pero la casa era grande, nuestras habitaciones estaban cerca, y ...
... compartíamos el baño, los tres. Así me llegó la primera oportunidad. Juan ya se había dado cuenta de que el cariño de su "sobrinita" no era precisamente fraternal. Las miradas que le echaba mientras me untaba el bronceador, los roces que propiciaba cada vez que pasaba a su lado, fueron calentándole, hasta estar listo para lo que siguió. Una mañana, como las demás, todo el mundo se levantó temprano, y se fue preparando para bajar a la playa. Yo, sabiendo que Juan dormía hasta tarde, me hice la dormida para tardar más que ellos, y poder estar un rato a solas con él. Me levanté un poco antes de que ellos se fueran, y desayuné mientras imaginaba la escena que podría desarrollarse poco después en nuestro baño compartido. Preparé mis cosas, y me metí en la ducha, desnuda, esperando. Cuando oí que se levantaba, abrí los grifos y empecé a enjabonarme lentamente el cuerpo. Oí sus pasos que se acercaban. Llamó, pidiendo permiso para entrar. -"Entra, -le dije- estoy acabando". Él entró, y se acercó a la taza para mear, al tiempo que se sacaba del pantalón su enorme miembro. Gracias al espejo del baño, le vi mear, y él me vio enjabonarme los pechos, el culo, el pubis... Su mirada era de extremo deseo, y... ¡Mierda, alguien había llegado! Salió a toda prisa, no sin antes hacerme más de una promesa con su mirada, y yo acabé de ducharme. Era mi padre que venía a por una botella de agua y a meternos prisa. Les escuché hablar mientras me secaba y salía, ya preparada. Me fui con él, dejando atrás a un ...