Mi tío Juan
Fecha: 12/10/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... costados, rozando con la punta de los dedos, mis pechos. Yo suspiraba. Se sentó después a los pies de mi cama, para darme la crema en las piernas. Sus hábiles dedos, ya calientes por el roce con mi cuerpo, masajeaban mis tobillos y pantorrillas con mucha sensualidad. Mi cuerpo se excitaba cada vez más. Y eso se traducía en pequeños gemidos que salían de mi boca, y humedades que salían de mi coño, del que él ahora tenía una vista magnífica. - "¿Te gusta? – preguntó Juan con voz ronca - ¿lo estoy haciendo bien?" No tuve que decir nada, porque un jadeo profundo salió de mi boca al intentar responderle. Él rió, y su risa ronca de deseo hizo que se me pusiera la carne de gallina. Siguió subiendo, con sus manos, por la parte de atrás de mis rodillas hasta mis muslos, en los que se entretuvo palpándolos por todas partes. Y cada vez más arriba, más arriba. Hasta que llegó a mi coño. - "¡Juan, que ahí no me quemé!"- dije jadeante. - "Yo creo que sí, preciosa. A juzgar por lo caliente que lo tienes –respondió él.- Te propongo un tratamiento alternativo, es lo mejor para ese fuego que tienes en tu coñito..." Y sin decir más, sustituyó sus dedos por su lengua (no menos hábil), y lamió mis labios, me penetró con ella, mientras me acariciaba el clítoris. Yo gemía, y gritaba su nombre cuando puso su lengua sobre él, y la movió describiendo pequeños círculos hasta que me corrí, con violentos espasmos. Me dejó tranquilizarme, sin sacar sus dedos de mi coño, para que siguiera excitada. Aunque ...
... no hubiera hecho falta... - "Ahora, cariño, te toca a ti apagar ese fuego que has encendido en mí..."- me susurró al oído, mientras me mordía el lóbulo. Yo me levanté de la cama, aún me temblaban las piernas, mientras él se quitaba los pantalones. Cuando fue a quitarse los calzoncillos, le paré. Quería hacerlo yo. Despacio, acerqué mi mano a su sexo, que no podía estar más duro, y masajeé suavemente (arriba y abajo) su enorme polla. Él gemía bajito mientras sus ojos se entrecerraban. Me arrodille y le senté en la cama, mientras acercaba mi boca a su paquete, todavía enfundado en los slips. Abrí la boca todo lo que pude, y eché mi aliento caliente sobre sus huevos, su polla, su glande. Él empezó a gemir cada vez más alto. Le quité despacio los calzoncillos y me dispuse a cumplir otra de mis fantasías con Juan: chuparle la polla. Mi lengua recorrió sus huevos mientras me los metía en la boca. Primero uno, luego el otro, más tarde los dos. Y empecé a subir por el tronco durísimo de su pene, chupando, lamiendo, absorbiendo,... Hasta que llegué al glande. Metí la punta de mi lengua en el agujerito al tiempo que cubría con mis labios todo su capullo hinchado y enrojecido, masajeándolo con la cavidad de mi boca. Y empecé a llenarme la boca, la garganta con aquel enorme instrumento de mi placer. Aún era más grande de lo que me imaginaba. Supe el momento exacto en el que saborearía su semen y le acaricié los huevos mientras su corrida inundaba mi garganta. Juan gritó. Un grito ronco ...