Delirio Sagrado: La llamada.
Fecha: 17/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos
... mariposas de colores. Se presentó a la casa de los Howedes con un chaleco corto y un vestido negro con estampado de rosas que parecían más negras y hacían resaltar lo blanco de su piel. Aunque no tenía escote que insinuaran sus senos, no podía evitar que se le notara su portentosa talla. Lukas apenas si pudo escuchar a Amanda decir “Buenas tardes, Lukitas. ¿Puedo?”. Solo vio que ella extendió su dedo, señalando el interior de la casa y él en un automatismo extendió el brazo como diciendo “pase”. Lukas no se sintió como el prodigio atlético que acababa de ver en el espejo sin camisa sino como un pichón en un nido de serpientes y tardó un tiempo prudente en cerrar la puerta. Tiempo que le dio a Amanda de quitarse el chaleco y colgarlo y sentarse en el sofá de la sala. -Hola, Lukitas. ¿Cómo estás? Soy la profesora Amanda Palermo. Vengo porque me ha dicho, un pajarito por ahí, que no quieres volver a estudiar… ¿Por qué? ¿Cuéntame? Lukas, en ese momento, quería correr gritando “¡Amanda Palermo está en mi casa!” pero se limitó a responder “hola” y conforme iba volviendo a la realidad, iba hablando, como si las palabras le cayeran de un gotero. -No… quiero… por… mi papá. Él… quiere que… trabaje. ¿Él le dijo? -Pues otro pajarito me dijo que tu papá sí quiere que estudies. Entonces, si tu papá quiere que estudies, ¿asunto resuelto? -No. –dijo recobrando la naturalidad de su cuerpo. –es que no quiero volver, Srta. -¿Y por qué no? –Dijo con una preocupación casi infantil, como si le ...
... hablara a un bebito. –Siéntate y cuéntame. Aunque había recobrado cierto valor, Lukas seguía un poco aturdido y se acercó sin sentir del todo sus piernas y se sentó con un semblante de derrota. Y él tal vez nunca sepa de dónde sacó el valor para decir la palabra que habría de cambiarlo para siempre. Tal vez encontró el rencor y el amor juntos en una misma pelota y escupió la palabra cual vómito que sale abruptamente. -¡Usted! –Dijo y se tapó la boca. -¿Yo? –Repuso Amanda. Pero antes de que el repitiera, en ese instante Amanda recobró las vibraciones, el millón de hormigas que la mantenían viva, la perversidad erótica que la consumía, sintió como si su piel se diera vuelta y quedara del lado más sensible al tacto y vio a aquel joven que deliraba en silencio por ella a ese niñito con porte de hombre y rasgos filosos dignos de la raza aria. Y repitió acercando su rostro al de Lukas: “¿Yo, Lukitas?” Y entendió enseguida que Lukas tenía una pasión de encierro similar a la suya. Reconoció el perfil de su rostro pasando frente a su cubículo. Recordó verlo por los pasillos y siempre sorprendiéndolo con la mirada puesta en ella y entendió cuanto se esforzaba Lukas por disimular el temblor de su cuerpo. Amanda le puso la mano en el mentón, para forzarlo a mirarla. No tuvo que hacer fuerza alguna, el cedió. Y repitió con una vocecita triste “¿Yo, Lukitas?” Lukas no respondía a la insinuación, en principio porque estaba helado. Luego, cuando estaba casi seguro de su suposición, temió que ...