Secretos y confidencias en la cala nudista
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: DolceCaroline_, Fuente: CuentoRelatos
... de Carmen, Cristian estaba dormido, seguramente alucinaría con el resumen de Vicente. Carmen caminaba con paso firme y sonrisa congelada hacia Nadia. —Nadia, me encanta ¡Que hombre, dios mío! ¡Ya tengo ganas de follármelo en otras condiciones! —Ja ja ja. Cuéntamelo todo, ¿Lo has dejado muy descolocado verdad? Carmen le resumió sus actividades con el futbolista canario afincado en Madrid y le preguntó por el final de su primera cita con Martín. —¿Por dónde me había quedado? —Cari que poca memoria, por la primera vez que te corriste, le hiciste un masaje con su propio semen y él te volvió a atravesar a traición. —¡Sí! ¡Menudo susto me dio con todo lo gordo de nuevo! A mí ya me había bajado un poco el ciego. Esa noche nos bebimos dos botellas de vino y cubatas, el alcohol no me había dejado mostrarle como de adiestrados estaban mis músculos pélvicos y vaginales, ya sabes que gracias a las bolas chinas tengo mucha flexibilidad vaginal. Me taladró repentinamente y empecé a contraer todos mis músculos vaginales, además de los dedos de los pies y las manos para hacer más fuerza. Le obstaculicé de todo movimiento, su pene estaba apretado al máximo dentro de mí, él quería sacarlo para bombearme, no cesaba de inténtalo, pero era yo era quién me balanceaba a mi propio ritmo. Le tuve así un buen rato, hasta que en un momento de risa flaqueé, salió de mí bruscamente y se puso de pie con un mirada asesina increíble. Mi boca atacó con rapidez su miembro, me arrodillé a los pies de la ...
... cama. Él hacía pendular sus huevos, la congestión de mis músculos le había dejado el sable vibrando. Se intentaba escapar de mi saliva de nuevo, yo veía su roja bellota oscilando a un milímetro de mis labios, intentaba alcanzarla y se me escapaba, Una, dos, tres veces, abrí mis labios sedientos, implorantes hasta que la atrapé y no la solté. Él gritaba, yo mordía despacito. Consiguió salir de mí, con toda su hombría enlazó mis piernas a su cintura y empezó a penetrarme de manera vigorosa durante un tiempo considerable. Le hice notar que me acercaba al punto álgido para que dejase de contenerse y aumentara la intensidad de su ritmo, nuestro momento de clímax iba a coincidir, yo llevaba aro vaginal, no había problema. Me metía todo su musculado sable sin piedad, yo me agarré fuerte a las sábanas, giré el cuello y el me lo volvió a colocar para que me corriera mirándole, no pude aguantar más, grité y él me acompañó. Volvimos a eyacular de nuevo juntos. Sacó su pene y calló en cama desplomado, yo apoyé mi cabeza en su pecho. Imagino que nos quedaríamos dormidos, así sudados y llenos de fluidos. Cuando desperté estaba a su lado sintiendo el tacto de su piel al empezar un nuevo día, le rocé con los pies entrecruzados y le palmoteé la pierna para despertarle. No tenía maquillaje, cepillo de dientes, ni peine. Solo quería irme y Martín se empeñó en llevarme el desayuno a la cama, qué como me gustaba la leche, decía. —¿Tú quedándote a dormir en casa de un tío? Espera, espera ¿La primera ...