Educando a Yanet
Fecha: 19/10/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: mrdavid, Fuente: RelatosEróticos
... varias fotografías- Fantásticas. Me separo de ella, libero sus muñecas y me siento sobre la cama. Está intentando asimilar lo que ha pasado mientras lucha porque sus piernas puedan soportar la carga de alzar su cuerpo. Consigue llegar a la verticalidad. Retira con torpeza la cera, aun tibia, de sus nalgas y recoloca su vestido, como si nada hubiera pasado... pero sus ojos no pueden “recolocarse”. ----------------------------------------------- Empieza a sonar música desde mi móvil. D: Desnúdate al ritmo de la música para mi. Comienza a mover su cuerpo con timidez. Se siente observada, juzgada... y eso la paraliza. Pero lo lleva en la sangre y pronto comienza a liberarse, a sentir la música y su cuerpo empieza un movimiento sensual capaz de hipnotizar al mas escéptico. Sus tirantes resbalan de sus hombros con delicadeza, liberando cuidadosamente los brazos mientras los usa para taparse los pechos. Se gira dándome la espalda para poder deslizar el vestido hacia abajo con las dos manos y así no mostrármelos. Su culo, todavía con restos de cera, aparece en su plenitud ante mi. Vuelve a usar sus brazos a modo de pantalla, esta vez con doble trabajo. Con el derecho intenta tapar al máximo sus pechos, pero son lo suficientemente grandes para que eso no ocurra aunque me priva de ver sus preciosos pezones. Y con la mano izquierda oculta su sexo. Su cara es un reflejo de sus sensaciones. Excitación, vergüenza, exposición, perdida del control... Apago la música. D: Mmmmh... ¿me puedes ...
... explicar qué hacen ahí tus manos? -inquisitivo. Yanet, por fin, levanta la mirada del suelo hasta encontrar la mía. Sus ojos piden clemencia. Todo lo que ha ocurrido hasta ahora es consensuado, nada ocurre sin el consentimiento del otro. Pero aún así, piden clemencia. Ese es el estado que llega alcanzar cuando cruza mi línea. Se despoja de todo. Orgullo, iniciativa, raciocinio, capacidad de reacción, de decisión, de negación... Comienza a deslizar su brazo derecho hasta su posición natural, del mismo modo que lo hace el izquierdo. Su boca se abre y expulsa aire de forma más intensa. Sus pechos se muestran ante mí. Son hermosos, con unas bonitas areolas oscurecidas coronadas por unos preciosos pezones atezados que pugnan por salir todavía más. Me hipnotizan. Está acostumbrada a que sus pechos provoquen ese efecto en los hombres cuando pasea por la calle, toma un café... ¡Si pudieran verlos en todo su esplendor! Bajo la mirada por su vientre plano hasta encontrar un vello tan negro y rizado como el de su cabeza. Muy corto, apenas unos milímetros, los suficientes para que se enricen. Nunca me ha gustado encontrar vello en el pubis de una mujer, pero por algún sitio debe salir ese carácter latino. Aún con todo, en mi mundo de blancos lo convierte en algo exclusivo, atractivo. Y llego hasta él. Su sexo. Su coño. Es precioso. Fino, con una tonalidad más en sus pequeños labios superiores que encierran unos rosados y apetecibles labios inferiores. El clítoris se muestra brillante, ...