1. Manuela (15)


    Fecha: 19/10/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    He conseguido hablar con Charo ("menos mal que me llamas porque mañana salgo hacia Santiago y desde allí cogeré el avión a Madrid, por este camino ya no hay problema de comunicaciones. Me acompaña mi madre, le he pedido que se quede hasta después del parto con nosotros; te echo mucho de menos") y con mi jefe ("te solicitan para una segunda entrevista relacionada con la nueva ronda de negociaciones con ETA, en Córdoba") y ante el panorama de trabajo vuelvo a comunicar con ella ("como tardemos mucho más en vernos me voy a tirar a los primeros veinte tíos que me encuentre por la calle; seguro que tu no paras de meter, cabronazo") para quedar definitivamente en Manzanares ocho o diez días después. ¡Qué ganas tengo ya de estar con ella!. Consigo billete en un avión que mañana temprano sale con destino a Sevilla y desde allí tengo que enlazar con el AVE para llegar a Córdoba, lugar de la cita a partir de mañana noche y durante una semana. Espero que ya estén restablecidas todas las comunicaciones. Se lo comunico a Avelinda (lloros, declaraciones de amor, abrazos, besos, compromiso ineludible de cariño y amistad, pronta visita en su ciudad, más lloros y pucheritos, ...) y a su abuela ("se que te voy a ver a menudo por Toledo, hasta pronto"), me despido telefónicamente del resto de huéspedes y tras preparar la maleta me dispongo a dormir no sin cierta sensación de nerviosismo. Llaman a la puerta discretamente, pienso que Avelinda quiere despedirse más intimamente y me llevo una ...
    ... sorpresa al ver entrar a Teresa ("¿es que sólo te ibas a despedir por teléfono?") unicamente cubierta por un transparente blanco salto de cama que pone de manifiesto, si cabe aún más, su piel morena y esas tetas prodigiosas. Sólo con vérselas me pongo como un salvaje. ¡Coño!, qué gustazo da mamar estos pezones y ver la excitación creciente de la mojadísima mujer y de mi polla. Me siento en el borde de la cama, Teresa se introduce el rabo y se sienta encima mirándome ("qué ganas tengo de que me folles") y yo sigo comiendo esas montañas morenas maravillosas y los pezones largos, gruesos, tiesos, duros, de tacto gelatinoso ("muérdelos un poquito; aprieta con los labios y los dientes"). Su movimiento de sube y baja es cada vez más rápido y frenético ("me gusta, me gusta; más, más, más") hasta que dando un grito alto, ronco y largo tiene la que parece ser una corrida cojonuda con muchas y fuertes contracciones que terminan por llevarme hasta un gratificante orgasmo. Tras un besito de despedida ("nos veremos si tu quieres") se marcha ("mi marido estará a punto de dejar a las maestras y vuelve siempre con ganas de echarme un polvo tranquilo y reposado") y yo consigo dormirme. El reloj marca poco menos de las siete de la mañana cuando despierto y entro al cuarto de baño pensando ya en cómo organizar la posible nueva entrevista. Estoy bajo el agua caliente de la ducha cuando me sobresaltan unas risas seguidas de un azote en mi culo y la voz excitada de Julia: "cabrón, ¿te ibas a ir sin ...
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