Manuela (15)
Fecha: 19/10/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... darnos gusto?; con la niñata esa tienes ya suficiente, eh". Ni me he movido ni he dicho nada y ya tengo a la rubia tocando el cipote y a su medio hermana filipina jugando con mi culo, todos bajo el chorro caliente de la ducha. Me ponen cachondo rápidamente con una erección que va siendo más presentable según se arrodilla Carmela e introduce su lengua en mi trasero y juega a entrar y salir, lo mismo que hace ya mi polla en el coño de la muy excitada Julia. "Jodido maricón, ya verás como nos lo vamos a montar en Madrid cuando vuelvas definitivamente; sigue, sigue, no pares; ¿no te olvidarás de nosotras?" No me da tiempo a decir nada de nada, la mujer se corre dando varios sonoros suspiros, eyaculo segundos después y cuando todavía estoy sin recuperarme Carmela me da la vuelta, me empuja de los hombros para que me arrodille y empuja mi cabeza contra su sexo mojado y maravillosamente perfumado; empiezo a lamer, chupar, morder y poco a poco me embriago con el olor y el sabor de su sexo. Unos fuertes restregones de su pubis contra mi cara, unos suaves gemidos entrecortados, una eclosión de perfume y cuando la abundancia de sus jugos parece que me vaya a ahogar es cuando tengo la seguridad de que se ha corrido. Unos besos de despedida ("ten por seguro que nos veremos muy pronto en Madrid"), termino de asearme, un café con Florián ("ojalá que me visite pronto por mi tierra americana con la niña Avelinda") mientras preparan la cuenta y consigo llegar por los pelos al pequeño ...
... aeropuerto leonés gracias a la habilidad como conductor del gigante mulato que se ha ofrecido a llevarme. Bajo del tren en Córdoba a eso de las ocho de la tarde, cansado, aturdido, con ganas de cenar y pasando calor ante la rapidísima subida de las temperaturas. Un dispuesto taxista me deja ante un pequeño, reservado y coqueto hotel del barrio de la judería, me inscribo en la recepción, me lavo con calma, hablo con los contactos del periódico y recojo el teléfono móvil que me remiten, por si acaso (no me gustan nada estos inventos modernos) dejo dicho en dónde me pueden localizar y me dirijo a pie hasta uno de mis restaurantes favoritos relamiéndome por anticipado. El paseo de vuelta es tremendamente agradable con el perfume de jazmín que flota en el aire (no puedo evitar pensar en Carmela) y la sensación de tranquilidad, relajo y sosiego que se respira. ¡Plaf, bum, plof! ... coño, qué golpe; estoy en el suelo dolorido y sin saber muy bien qué ha ocurrido. Medio me despejo y me levanto ayudado por una mujer que al parecer ha chocado conmigo ("aayyy, lo siento pero venía muy deprisa y al doblar la esquina ni me he dado cuenta") y ha llevado la peor parte en el incidente porque se queja de dolor en un costado, en el muslo y en el trasero ("he aterrizado sobre él y el suelo de estas calles antiguas es duro"). Nos saludamos y presentamos (se llama Mariana), no acepta mi ofrecimiento de compañía hasta un médico ("no es necesario, gracias, es sólo el golpe; yo soy médico") y sí el ...