Moni
Fecha: 11/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... pero no tuve mucho tiempo para disfrutar de su parte alta del bikini, pues se llevó las manos a cuello y espalda y desabrochó sus nudos. Debí quedarme como petrificado, sorprendido, extasiado, entusiasmado, excitado, todo eso a la vez ante la visión de esos senos blancos bien rellenos (sin ser enormes), redondeados, desafiando claramente la ley de la gravedad (es decir nada caídos: una chica de 18 no los tendría más firmes) y coronados por unos pezoncitos muy claros, casi rosados, que estúpidamente me hicieron recordar nata con fresas. El caso es que como os decía me debí quedar con cara de imbécil total, pues no me lo esperaba. ¿Qué pasa? me preguntó- ¿no te gusta?- siempre me estás diciendo que haga topless, que si lo hago en el sur ante desconocidos por qué no aquí y bla,bla... Me en... encanta. Digo me parece bien, pero ¿por qué hoy?- balbucí entrecortadamente. Porque me apetece y porque aquí no es como en San Lorenzo (la playa de Gijón), probablemente no haya nadie. Además eres como mi hermano, en breve no tendrás que preocuparte por mi ropa...-me dijo sonriente y con enigmática mirada. Apenas si presté atención a sus palabras y seguimos caminando. De vez en cuando la vista se me iba hacia sus senos (lo siento no soy de piedra) que oscilaban al ritmo de su respiración y de vez en cuando daban pequeños botes al saltar algún bache en la bajada por aquel camino de cabras. No me extrañó que fuésemos a una playa casi desierta, pues además de conocer el camino había que ...
... recorrerlo. Seguimos hablando de los amigos, las últimas juergas, etc, y yo intentaba no mirar hacia ella. Aunque podía sentir un cosquilleo en mi entrepierna, afortunadamente no llegué a empalmarme como había temido por momentos, aunque lo pasé muy mal cuando ella me pasó un brazo por la cintura y fuimos caminando juntos. De vez en cuando sus senos rozaban con mi piel y no sé si fue por eso o por la agradable brisilla que soplaba pero noté que sus pezones se habían endurecido y estaban claramente erectos. Ante eso mi polla empezó a crecer dentro del bañador por más que mis órdenes mentales la llamaban al orden. La muy jodida tenía como de costumbre vida propia y no quería obedecer. Intenté taparme como pude poniendo la mochila delante y de repente oí: ¨Hemos llegado- dijo Mónica sonriente soltando los bultos, quitando los playeros y corriendo por la arena. Pensé que el paseo había merecido la pena, pues teníamos ante nosotros una playa de arenas blancas y finas y el mar se aparecía totalmente cristalino. Mónica seguía danceteando por la arena y yo contemplaba su hermoso cuerpo semidesnudo, pero esta vez con ternura. Mi miembro había decidido permanecer tranquilo por unos instantes, pero ay de mí cuán ingenuo estaba siendo pues no me daba cuenta de que no era sino la calma que precede a la tempestad. Mónica se acercó hasta mí, y se quitó sus apretados vaqueros recortados que por un momento arrastraron las braguitas rojas de su bikini dejándola casi desnuda, de modo que pude incluso ...